Primero fue la muerte de Fidel Castro, el mundo se sacudió. Fidel el bueno y Fidel el malo, había terminado su misión. Luego un hecho por demás impactante, el avionazo del Chapecoense, donde solamente seis de 81 pasajeros sobrevivieron.
La historia antes del accidente, cuando el portero Danilo, atajó a quemarropa el disparo del delantero del equipo argentino San Lorenzo de Almagro, entonces el portero ahora fallecido no solamente dio el pase a la primera final internacional a su modesto equipo, los llevó también al encuentro con Dios. Hoy Danilo y sus 74 compañeros son una estrella más en el cielo deportivo.
No quiero que me lean como un perverso tecleador, tampoco pretendo convencerlos de nada, solamente y con todo respeto a los brasileños y en especial a la familia de los difuntos, difiero con la postura del Atlético Nacional, equipo colombiano a quien enfrentaría el Chapecó en el terreno de juego y quienes tras la tragedia, piden a la Confederación Sudamericana de Futbol (CONMEBOL), otorgar el campeonato de la copa al club carioca, pero no debe ser así.
Tras la vida, lo único seguro es la muerte y entonces dicen los creyentes, sigue la vida eterna, todos estamos expuestos a sufrir un accidente y morir en el intento de conseguir una estrella de campeón, pero el cielo no dejará de regalarnos un sol, una luna o más estrellas... La vida sigue y los chapecos, no creo que hayan querido ser campeones por compasión, lastima o en memoria; se fueron de la tierra, han muerto en el intento de cumplir un sueño y las filiales de ese club brasileño deberían competir en el terreno de juego, el Atletico Nacional, los debería de honrar en un partido oficial, pedir a la CONMEBOL, postergar la final para que la directiva rival presente un equipo alterno y sea cual sea el resultado dentro del terreno de juego, siempre se recordará el buen gesto del club colombiano y desde donde se vanagloriara a los brasileños acaecidos.
Paz y resignación a sus familias.
davidcastellanost@hotmail.com
La historia antes del accidente, cuando el portero Danilo, atajó a quemarropa el disparo del delantero del equipo argentino San Lorenzo de Almagro, entonces el portero ahora fallecido no solamente dio el pase a la primera final internacional a su modesto equipo, los llevó también al encuentro con Dios. Hoy Danilo y sus 74 compañeros son una estrella más en el cielo deportivo.
No quiero que me lean como un perverso tecleador, tampoco pretendo convencerlos de nada, solamente y con todo respeto a los brasileños y en especial a la familia de los difuntos, difiero con la postura del Atlético Nacional, equipo colombiano a quien enfrentaría el Chapecó en el terreno de juego y quienes tras la tragedia, piden a la Confederación Sudamericana de Futbol (CONMEBOL), otorgar el campeonato de la copa al club carioca, pero no debe ser así.
Tras la vida, lo único seguro es la muerte y entonces dicen los creyentes, sigue la vida eterna, todos estamos expuestos a sufrir un accidente y morir en el intento de conseguir una estrella de campeón, pero el cielo no dejará de regalarnos un sol, una luna o más estrellas... La vida sigue y los chapecos, no creo que hayan querido ser campeones por compasión, lastima o en memoria; se fueron de la tierra, han muerto en el intento de cumplir un sueño y las filiales de ese club brasileño deberían competir en el terreno de juego, el Atletico Nacional, los debería de honrar en un partido oficial, pedir a la CONMEBOL, postergar la final para que la directiva rival presente un equipo alterno y sea cual sea el resultado dentro del terreno de juego, siempre se recordará el buen gesto del club colombiano y desde donde se vanagloriara a los brasileños acaecidos.
Paz y resignación a sus familias.
davidcastellanost@hotmail.com
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