Más baches en nuestro futuro

Más baches en nuestro futuro
No quiero ni imaginar cómo estarán las cosas en 2017. Todavía no comienzan los recortes presupuestales y todas las carreteras y avenidas de este país están ya repletas de baches. No creo que las vayan a pavimentar, siendo que ahora mismo no lo hacen. ¿Qué calles tendremos? Lo repito, no quiero ni pensarlo.

Pero, ¿por qué nos hace siempre falta dinero? Digo, en los sexenios de Fox y Calderón, México obtuvo 450 mil millones de dólares por la venta del petróleo. ¿No es una cifra absolutamente colosal? ¿No hubiéramos debido desendeudarnos con una parte de esa fabulosa fortuna? ¿No tendríamos que contar con estupendas autopistas, trenes suburbanos, escuelas bien equipadas y hospitales rebosantes de medicamentos?

Naturalmente, ahí está Pemex, que pierde dinero a raudales (aunque los recursos que no ingresa a su caja registradora se los entrega de cualquier manera a papá Gobierno).

Lo de CFE parece más morrocotudo: en 2015, según Forbes, tuvo pérdidas por 68 mil millones de pesos. Y la electricidad, como la gasolina, está subsidiada: el erario nos regala a los usuarios una parte de lo que consumimos. O sea, una pérdida pura y dura, un pozo sin fondo. Tampoco los viajeros del Metro de la Ciudad de México pagan lo que cuesta. Y, sin embargo, no sólo sigue el servicio —así de destartalados como puedan estar los vagones y así de piojosas como se encuentren las estaciones— sino que, por ahí, nos dimos el lujo de dilapidar 47 mil millones de pesos en la construcción de la mentada Línea 12 que, por si fuera poco, no funcionó a cabalidad y hubo de ser recompuesta porque las ruedas de los trenes comprados a la empresa española CAF —o alquilados, vaya usted a saber— no se adaptaban a las vías. Ese dinero, más el encarecimiento adicional debido a las reparaciones, ¿salió del precio de los billetes que pagan los sufridos pasajeros? No. El Gobierno federal apoquinó una parte y el tesoro municipal de la megalópolis aportó el resto. De nuevo, recursos públicos utilizados en subvencionar servicios que no generan ganancia alguna. Si añadimos los institutos de seguridad social, los programas de combate a la pobreza, la creciente carga de las pensiones y los catastróficos costos de la corrupción y la violencia (por lo menos 10 por cien del PIB), entonces…

Sí, habrá muchísimos más baches.

revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor. 

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