A diez años del inicio de esta guerra y tras los hechos registrados el 30 de septiembre en Culiacán, Sinaloa, donde perdieron la vida cinco militares; altos mandos del Ejército y la Marina, reconocen que las fuerzas armadas requieren de duplicar o triplicar el número de efectivos, pero subrayan que el mayor reto es iniciar la construcción de un verdadero sistema de seguridad.
El almirante en retiro Conrado Aparicio Blanco, quien el año pasado se desempeñó como subsecretario de Marina, señala que el deterioro del sistema de seguridad pública fue el factor principal que llevó al Ejército y a la Armada de México a entrar de lleno a esta guerra.
“Las fuerzas armadas entraron de lleno a esta guerra contra el narcotráfico, a esta guerra contra el crimen nacional organizado, porque no podría pensarse en otra cosa que no sea una guerra, si estamos viendo que esta gente está perfectamente armada, trae armas de alto poder y aunque son una amenaza asimétrica, no es precisamente un Estado al que estamos enfrentando, si es una gran amenaza a la seguridad de la nación y por lo tanto, desde ahí está clasificado como un asunto de seguridad nacional, es decir, más allá que la seguridad pública como tal”.
Para el ex agregado naval en la embajada de México en Estados Unidos, en los últimos años se han registrado muchos éxitos, pero aclara que aún no hay una respuesta contundente; por ello, subraya que es momento de reflexionar que tanto se ha logrado avanzar en la construcción de un sistema nacional de seguridad pública.
“Vale el análisis de iniciar la construcción de un sistema de seguridad pública que en su momento permita y alivie el ejercicio y la presencia de las fuerzas armadas en las calles y en nuestro territorio, valdría la pena reflexionar hasta donde hemos podido construir en los últimos 10 años un sistema nacional de seguridad pública”.
El general de Brigada Guillermo Almazán Bertotto, director del Colegio de Defensa Nacional, lamenta que México carezca de una política de defensa nacional, así como de una ley en la materia y que en la Ley de Seguridad Nacional no exista una función clara del Ejército en cuanto al apoyo que se otorga a las autoridades civiles.
Por ello, subraya que el principal desafío es lograr una verdadera instrumentación de las políticas públicas y estrategias en materia de seguridad nacional y seguridad pública.
“Muchos de los problemas, muchos de los fenómenos complejos que estamos atendiendo desde el ámbito de la seguridad interior y estos fenómenos que evolucionaron de la falta de capacidades, de la debilidad institucional de las autoridades civiles en su competencia de seguridad pública no estarían al grado que están si hubiera habido ese desarrollo previo a lo largo de muchos años, si a lo mejor nuestra policía, que yo sí creo debe ser una policía muy potente, podría haber iniciado unas décadas antes”.
En tono enfático, Almazán Bertotto puntualiza que las fuerzas armadas no están desanimadas, por el contrario buscan dar resultados.
“Ni estamos desanimados ni estamos, de alguna manera, desgastados, ni anímicamente y sí hemos atendido todas las exigencias, todos los retos, las tareas que nos han seguido impuesto, porque somos parte de los instrumentos del poder nacional con que el presidente de la República puede llevar adelante sus proyectos y algo que nos enorgullece mucho es que buscamos dar resultados”.
No hay desgaste, pero el almirante Conrado Aparicio refiere que si hay enojo entre las tropas porque han tenido que ir más allá de las misiones para las que fueron diseñadas, aunque aclara que ese enojo no conduce a que los efectivos comiencen a actuar por sí solos poniendo en riesgo la democracia.
Vía: MVS.
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