Brexit: para lo que no sirve la Democracia

Brexit: para lo que no sirve la Democracia
Los excesos se dan en todos lados y en una innumerable cantidad de circunstancias. La Democracia no es la excepción. Las trampas que se han ido forjando en torno a sociedades democráticas son tan absurdas como imperdonables.

Ahí tiene países como México y Estados Unidos que cuentan con personajes infumables que se valen de todos sus derechos democráticos buscando matarla. El problema es que en el intento igual y se les hace.

Torpes que tramposamente confunden la libertad de expresión con el uso de la palabra para polarizar, alimentar el odio, insultar sin consecuencias para ellos, en fin, verdaderos inadaptados.

En el ejercicio democrático, hasta los mejor intencionados comenten errores que pueden terminar en verdaderas catástrofes de las que no se recuperarán por mucho tiempo.

Ahí tiene el ‘Brexit’, nadie puede negar que lo que ahí se dio, fue producto de un evento en el más estricto sentido de la Democracia: el pueblo ordenó. La mayoría quise decir.

Sin embargo, hay cosas para las que la Democracia no sirve.

Desde cuándo (sin ser ofensivo, no es mi intención) un obrero, un empleado de medio rango, una ama de casa, un desempleado que vive de la ayuda que le da el gobierno y lo que obtiene se lo gasta en cerveza en un pub irlandés diariamente, estuvieron capacitados para analizar todas las aristas y terribles consecuencias que podría traer para sí mismos y para los que estaban en contra; es decir, para todos los que viven en las naciones que conforman el Reino Unido, su decisión de separarse de la Unión Europea.

Ojalá y eso deje una lección en los países que como el nuestro, todavía están en la curva de aprendizaje. Por supuesto que los gobernantes tienen y deben ser votados y elegidos por mayoría, pero la toma de decisiones especializadas y delicadas, tiene que ser tomadas por expertos, grupos colegiados, gente que esté por encima de cualquier pasión política ¿Qué la sociedad vigile? Por supuesto, pero que no sea parte de decisiones que no están en su ámbito de competencia y conocimiento. Y los demás tenemos que aceptar sus decisiones. Punto.

Nadie pondría la salud de la abuela en manos de la opinión mayoritaria de nietos e hijos, para eso está el doctor, por favor.

Y pensar que en nuestro país hay un señor que pretende imponer la Democracia a mano alzada, en la plaza, entre puro solovino… ¿adivinó?

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