La cuadratura del círculo, señoras y señores: el caos trae violencia pero, en este país, no hay manera de acabar con el caos sin violencia. Según parece, las acciones de la fuerza pública resultan tan incontrolables que, cada vez que intervienen nuestras policías para poner orden —para desbloquear una carretera, para impedir que sigan ocurriendo saqueos o para evitar que turbas de salvajes incendien oficinas gubernamentales— el saldo final es un reguero de cadáveres. Acaba de ocurrir, en Nochixtlán, donde tuvo lugar una intervención de las fuerzas federales y estatales para despejar la autopista Oaxaca-México, cerrada por los manifestantes de la CNTE y sus grupos de apoyo. ¿Balance final? Ocho muertos. ¿Quién los mató? No lo sabemos y, según las creencias particulares y las inclinaciones de cada quien, habrá sido “el Estado represor”, los “infiltrados de la guerrilla”, algunos integrantes de la propia CNTE, “provocadores” enviados por el Gobierno para “intimidar” a los “luchadores sociales”, miembros de los cuerpos policiacos a los que se les hubiera dado arteramente la orden de disparar contra gente indefensa, esos mismos policías que hubieran meramente tratado de defenderse de francotiradores entremezclados en la muchedumbre, agentes secretos, etcétera, etcétera…
Y, al final, si algún día logra la policía científica —digo, en caso de que pudieran personarse sus investigadores en Nochixtlán porque parte de la población impide la entrada de cualquier representante de las autoridades estatales y federales— aclarar las cosas, entonces de todas formas la gente seguirá creyendo lo que le dé la gana, dudando por principio del más mínimo residuo de “versión oficial”, culpando al Gobierno, profiriendo la inagotable consigna de que “fue el Estado” o señalando que los propios revoltosos armaron una aviesa maquinación para fabricar víctimas y denunciar, una vez más, que hay “represión”.
Pero, a ver, ¿cuánto tiempo puede estar bloqueada una carretera importantísima? Ya en Chiapas no hay gasolina y ya en Oaxaca, por los cierres de caminos, los ciudadanos más pobres se quedaron sin leche y sin las ayudas que les manda el Gobierno federal. ¿A alguien le puede parecer normal y aceptable esta escandalosa anarquía?
revueltas@mac.com
Y, al final, si algún día logra la policía científica —digo, en caso de que pudieran personarse sus investigadores en Nochixtlán porque parte de la población impide la entrada de cualquier representante de las autoridades estatales y federales— aclarar las cosas, entonces de todas formas la gente seguirá creyendo lo que le dé la gana, dudando por principio del más mínimo residuo de “versión oficial”, culpando al Gobierno, profiriendo la inagotable consigna de que “fue el Estado” o señalando que los propios revoltosos armaron una aviesa maquinación para fabricar víctimas y denunciar, una vez más, que hay “represión”.
Pero, a ver, ¿cuánto tiempo puede estar bloqueada una carretera importantísima? Ya en Chiapas no hay gasolina y ya en Oaxaca, por los cierres de caminos, los ciudadanos más pobres se quedaron sin leche y sin las ayudas que les manda el Gobierno federal. ¿A alguien le puede parecer normal y aceptable esta escandalosa anarquía?
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Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
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