El año pasado, a la misma hora

El año pasado, a la misma hora
Bueno, pues digamos que ya terminó el año incierto. Termina 2015 y a los mexicanos apenas nos alcanza un suspiro de descanso por todo lo mal que estuvo este ciclo… o casi todo lo mal… Algunas alegrías y sorpresas; pero más penas y quebrantos y, acaso, “una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches…”.

El año pasado, por estos días, queríamos que este fuera mejor que ese 2014 de tragedias, muertes, levantamientos, y 43 desaparecidos; Michoacán en vilo y zonas de tragedia y muerte en Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua, Guerrero; Oaxaca tenía en sus calles a la interminable y por entonces todavía muy fortalecida CNTE y la tragedia de un millón de niños sin educación para defenderse en el futuro.

Nuestra economía –se dijo entonces- estaba más fuerte que Pancho Pantera, aunque se matizaba con: “Los problemas que se perciben tienen que ver con las crisis económicas que ocurren en EUA y en general fuera de México”. Nosotros de a pie y las políticas económicas del gobierno mexicano, víctimas de la ineptitud extranjera. Ajá.

Venía un 2015 electoral; se nos dijo que en 2015 se solucionaría el problema doméstico empezando porque ya no habría ‘gasolinazos’ y que con las Reformas Estructurales del presidente México se habría de transformar en el mundo de Oz y que todo aquí estaría cumplido para todos… Eso se dijo al terminar 2014 en discursos triunfantes de gobierno.

De hecho, si la vida se solucionara en discursos, el nuestro sería el país de las mil maravillas contantes y sonantes. Ya no habría necesidad de mirar a los lados ni de contar las monedas que quedan para el pasaje; ya no tendríamos que pensar en el mañana porque ‘el hoy está solucionado’.

2015 fue un año terrorífico. No se solucionó Ayotzinapa; Tlatlaya sigue latente; Narvarte es puro silencio; y los estados ‘calientes’ siguen igual… o peor: Violencia arriba, violencia abajo; aunque se intente un control informativo inútil.

¿Qué sigue? Según nuestro gobierno federal, que se consoliden las incomprensibles Reformas Estructurales. Incomprensibles porque aún no se asientan en la casa-comida y sustento de cada uno de los mexicanos, aunque ahora ya se dice que el triunfo de estas reformas vendrá en unos diez años, por lo menos; si es que dentro de diez años, quien gobierne, las ve como opciones de solución y si es que no se inventan otras Reformas Estructurales para reformar lo reformado en el México que gobernó Enrique Peña Nieto.

Hoy en México las cosas siguen a peor y, como si no quiere la cosa, como en murmullo se recuerda el dicho aquel de que “estábamos mejor cuando estábamos peor”. ¿Sí? ¿No?...

Por lo pronto ya hay una mayor presión social que intenta persuadir al gobierno federal y gobiernos estatales que el horno no está para bollos y que, por lo mismo, se requiere un replanteamiento de políticas públicas en las que lo social sustituya a lo demencial.

La gente comienza a brincarse las trancas y no es sino mediante el uso de apoyo militar y naval como se intentan contener inconformidades desorganizadas aun, algunas ciertas, otras manipuladas pero que están ahí. En todo caso 2016 tiene aristas que componen a un país en crisis política y social, naturalmente con una economía frágil, desempleo, sub empleo y salarios cada día menos ‘sustentables’.

El campo desahuciado, en manos de unos cuantos; el mar y sus pescaditos en el abandono; la industrialización de México casi sin industriales mexicanos; país de burócratas nos hemos convertido en un intento por solucionar el desempleo, de tal forma que tenemos desempleo pagado; consumo de mariguana que es legal…

La educación en uno de los peores momentos de nuestra historia; la salud pública burocratizada y especulativa... acaso nos salva la cultura (por encima de la nueva Secretaría) que es natural a la esencia humana, pero que cada día en su advocación suprema se vuelve más elitista y acomplejada. La cultura nacional es ella misma y está ahí, a pesar de todo.

El mundo está en un tris de meterse en un conflicto de irreparables consecuencias. Los presagios son funestos y muchos ya resienten los agravios de malos gobiernos, la intromisión de otros y la urgente huida de muchos que quiere salvar el pellejo y encontrar un lugar dónde estar para vivir y trabajar: Todo ahí está cifrado…

En fin, que comienza un nuevo año: 2016. Los presagios no son buenos. Pero mientras exista el hombre, ser humano, vivito y coleando, hay solución; a pesar del hombre mismo. Y nos queda recuperar la calma, tomar aire y exigir cumplimientos pero también participar en las soluciones, en tono democrático. Y, vamos pues: a ver qué sigue. Feliz 2016, a pesar de todo, porque todos juntos ‘somos mucho más que dos’… o todos juntos comeremos chicharrón.

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