En los últimos días por las redes se han difundido memes acerca del Estado Islámico (en en contexto mexicano), pasando así de la “indignación” de los atentados contra Francia al chiste del día. Un meme es, según Susan Blackmore, es la “unidad teórica de comprensión cultural” o bien, una “‘idea, comportamiento, moda o uso que se extiende de persona a persona dentro de una cultura”[1] con un contenido generalmente cómico o satírico –simple-. En otras palabras, parece ser que los memes son, expresiones de la cultura y de las percepciones e ideas colectivas. En ese sentido, los memes referentes a ISIS (como otros tantos) parecen expresar el status de una colectividad que no ha dimensionado los alcances del problema de ISIS.
Aunque es complicado abordar el tema del estado Islámico y los proyectos de instauración de un califato expansionista, es preciso tomar en cuenta que la sociedad global permanece en un riesgo contante y cada vez mayor. Las crisis económicas y sociales se han agravado con el problema del terrorismo que impacta a la economía mundial y afecta las relaciones internacionales. En una época donde el mundo no se puede comprender fuera de la lógica de la globalización, los efectos de la guerra no tienen que ver simplemente con bombas, ataques militares o atentados terroristas, sino con pobreza, pandemias, armas biológicas, políticas mundiales de extermino de grandes porciones de la sociedad que viven en la miseria, etc.
En este panorama no está de más recordar que según la OCDE, en México, durante los últimos treinta años, se ha notado una prolongada desaceleración del crecimiento económico y que en la actualidad ubica al país en un notorio atraso con respecto a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, lo cual representa una disminución en el nivel de vida de grandes porciones de la sociedad, con una tasa anual del crecimiento del ingreso per cápita del 0.6% de 1980 a la fecha (OCDE, 2015). Según este informe, las reformas estructurales plantean la posibilidad de un repunte de la economía en México, sin embargo, la caída del petróleo y la venta de crudo en el mercado negro (una nutrida fuente de ingresos del Estado Islámico, por cierto) generarán una disminución en los ingresos públicos y una reconfiguración de la recaudación fiscal. Lo cual, seguramente no disminuirá los exacerbados sueldos de altos funcionarios del gobierno mexicano, el despilfarro de algunos gobernadores y mucho menos los 4,000 MDP destinados a los partidos políticos en 2016.
Junto a lo anterior, la violencia multiplica los escenarios de sangre, corrupción, venta de armas, narcotráfico, explotación, trata de personas, asimetría de recursos y crímenes de estado. Tratar de describir el contexto no es solo difícil sino doloroso. Dice Aguilar Camin (recientemente en Nexos) que es “Difícil dibujar el momento mexicano” y enfatiza que en México el “rasgo dominante es el de una opinión pública irritada y harta, en muchos sentidos independiente de los hechos que la sustentan. Se trata de un malestar acumulado”. Desde la experiencia cotidiana, existe un sentimiento de crisis bastante difundido. Los temas de violencia, corrupción y pobreza son constantes y la legitimidad de la clase política está en constante cuestionamiento de los ciudadanos.
Pero al final del día, probablemente esas expresiones culturales de las que hablamos al inicio (los memes) no son otra cosa que pequeñas dosis –voluntarias- de aletargamiento que le permiten a la sociedad permanecer ajena a este cruel y crudo contexto brutal donde las vísceras expuestas de nuestra época adornan terriblemente un panorama sangrante que aplasta la esperanza. Sin embargo, en preciso comenzar a pensar en alternativas para sobrevivir como sociedad al 2015 y aspirar al 2016.
Aunque es complicado abordar el tema del estado Islámico y los proyectos de instauración de un califato expansionista, es preciso tomar en cuenta que la sociedad global permanece en un riesgo contante y cada vez mayor. Las crisis económicas y sociales se han agravado con el problema del terrorismo que impacta a la economía mundial y afecta las relaciones internacionales. En una época donde el mundo no se puede comprender fuera de la lógica de la globalización, los efectos de la guerra no tienen que ver simplemente con bombas, ataques militares o atentados terroristas, sino con pobreza, pandemias, armas biológicas, políticas mundiales de extermino de grandes porciones de la sociedad que viven en la miseria, etc.
En este panorama no está de más recordar que según la OCDE, en México, durante los últimos treinta años, se ha notado una prolongada desaceleración del crecimiento económico y que en la actualidad ubica al país en un notorio atraso con respecto a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, lo cual representa una disminución en el nivel de vida de grandes porciones de la sociedad, con una tasa anual del crecimiento del ingreso per cápita del 0.6% de 1980 a la fecha (OCDE, 2015). Según este informe, las reformas estructurales plantean la posibilidad de un repunte de la economía en México, sin embargo, la caída del petróleo y la venta de crudo en el mercado negro (una nutrida fuente de ingresos del Estado Islámico, por cierto) generarán una disminución en los ingresos públicos y una reconfiguración de la recaudación fiscal. Lo cual, seguramente no disminuirá los exacerbados sueldos de altos funcionarios del gobierno mexicano, el despilfarro de algunos gobernadores y mucho menos los 4,000 MDP destinados a los partidos políticos en 2016.
Junto a lo anterior, la violencia multiplica los escenarios de sangre, corrupción, venta de armas, narcotráfico, explotación, trata de personas, asimetría de recursos y crímenes de estado. Tratar de describir el contexto no es solo difícil sino doloroso. Dice Aguilar Camin (recientemente en Nexos) que es “Difícil dibujar el momento mexicano” y enfatiza que en México el “rasgo dominante es el de una opinión pública irritada y harta, en muchos sentidos independiente de los hechos que la sustentan. Se trata de un malestar acumulado”. Desde la experiencia cotidiana, existe un sentimiento de crisis bastante difundido. Los temas de violencia, corrupción y pobreza son constantes y la legitimidad de la clase política está en constante cuestionamiento de los ciudadanos.
Pero al final del día, probablemente esas expresiones culturales de las que hablamos al inicio (los memes) no son otra cosa que pequeñas dosis –voluntarias- de aletargamiento que le permiten a la sociedad permanecer ajena a este cruel y crudo contexto brutal donde las vísceras expuestas de nuestra época adornan terriblemente un panorama sangrante que aplasta la esperanza. Sin embargo, en preciso comenzar a pensar en alternativas para sobrevivir como sociedad al 2015 y aspirar al 2016.
[1] http://www.fundeu.es/recomendacion/meme-termino-valido/
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