Estoy perfectamente seguro que a Usted le sobran ejemplos, la vida está llena de ellos. Las calles, banquetas, oficinas, hogares, el campo, la vida pública y la privada; todo, todo en este país representa una tentación para la violencia.
¿Por qué? Por impotencia e ignorancia, por costumbre, por la facilidad de no ser castigado (léase: impunidad). La fuerza mal empleada siempre es eficaz, siempre se sale con la suya.
Entonces vemos cómo un entrenador de fútbol pretende arreglar sus diferencias con un comentarista deportivo a moquetes. ¿Caliente? quizá sí, pero ¿a moquetes?
Taxistas enfurecidos en el DF arremeten contra los coches del servicio UBER porque según ellos estaban haciendo base cerca del aeropuerto y eso no está permitido ¿tendrán razón? probablemente sí, pero ¿a moquetes?
Y qué me dice de los ‘maistros’ en el sur, todos sus argumentos se reducen a la violencia.
En las campañas políticas, grupos de distintos partidos pelean descaradamente por los mejores espacios para colgar su propaganda.
Hablando de políticos, su violencia verbal es perfectamente equivalente a los moquetes, puesto que su pésimo español polariza a la sociedad y la deja lista para los moquetes, sólo esperan la señal.
En Tlaxcala tiraron una iglesia histórica que data del siglo XVIII a punta de mazazos ¿por qué? pues no sé, pero así saciaron su necesidad, a moquetes. Luego vendrán las averiguaciones ¿ya para qué?
A trancazos le hicieron su túnel al ‘Chapo’ y lo sacaron por las malas ¿quién? quién sabe, pero a fuerza de moquetes ya está libre.
Y así nos vamos, qué tal dirimir un conflicto de tránsito, nada mejor que un faje entre dos pugilistas amateur.
¿El celo por la chava más guapa? A moquetes. El desacuerdo en la cascarita, no pueden faltar las patadas.
En fin que si queremos salir del estigma de país bananero, tenemos que empezar por controlar los impulsos y comenzar a arreglar nuestros problemas de forma civilizada.
Propongo una idea, que no es nada nueva: que los hogares y escuelas sean los primeros en inculcar a nuestros niños y jóvenes el valor del dialogo para solucionar los conflictos y el rechazo a cualquier tipo de violencia.
email: jorgediaz@live.co.uk
Twitter: @adejorge
Facebook: http://www.facebook.com/JorgeDiazElizondo
Google+: http://gplus.to/JorgeDiazElizondo
Sitio web: http://goo.gl/KSWHW
¿Por qué? Por impotencia e ignorancia, por costumbre, por la facilidad de no ser castigado (léase: impunidad). La fuerza mal empleada siempre es eficaz, siempre se sale con la suya.
Entonces vemos cómo un entrenador de fútbol pretende arreglar sus diferencias con un comentarista deportivo a moquetes. ¿Caliente? quizá sí, pero ¿a moquetes?
Taxistas enfurecidos en el DF arremeten contra los coches del servicio UBER porque según ellos estaban haciendo base cerca del aeropuerto y eso no está permitido ¿tendrán razón? probablemente sí, pero ¿a moquetes?
Y qué me dice de los ‘maistros’ en el sur, todos sus argumentos se reducen a la violencia.
En las campañas políticas, grupos de distintos partidos pelean descaradamente por los mejores espacios para colgar su propaganda.
Hablando de políticos, su violencia verbal es perfectamente equivalente a los moquetes, puesto que su pésimo español polariza a la sociedad y la deja lista para los moquetes, sólo esperan la señal.
En Tlaxcala tiraron una iglesia histórica que data del siglo XVIII a punta de mazazos ¿por qué? pues no sé, pero así saciaron su necesidad, a moquetes. Luego vendrán las averiguaciones ¿ya para qué?
A trancazos le hicieron su túnel al ‘Chapo’ y lo sacaron por las malas ¿quién? quién sabe, pero a fuerza de moquetes ya está libre.
Y así nos vamos, qué tal dirimir un conflicto de tránsito, nada mejor que un faje entre dos pugilistas amateur.
¿El celo por la chava más guapa? A moquetes. El desacuerdo en la cascarita, no pueden faltar las patadas.
En fin que si queremos salir del estigma de país bananero, tenemos que empezar por controlar los impulsos y comenzar a arreglar nuestros problemas de forma civilizada.
Propongo una idea, que no es nada nueva: que los hogares y escuelas sean los primeros en inculcar a nuestros niños y jóvenes el valor del dialogo para solucionar los conflictos y el rechazo a cualquier tipo de violencia.
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