Dice Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) -mejor conocido como IFE por muchos mexicanos-, que las elecciones intermedias de junio de 2015 en México serán las más complejas de la historia electoral del país. Sí y no.
Las ha habido no sólo complejas sino violentas y sangrientas, como por ejemplo, las de 1940 que relata el historiador Luis González y González en su ensayo sobre el domingo 7 de julio de ese año cuando contendían por la presidencia de México Juan Andrew Almazán (Partido Revolucionario de Unificación Nacional) y Manuel Ávila Camacho (Partido de la Revolución Mexicana, el ahora PRI). Hubo un candidato independiente, Daniel Hernández Celaya mientras que el PAN ese año no presentó candidato.
‘La campaña fue muy violenta y polarizante, incluyendo el propio día de la elección que acabó en un baño de sangre, grupos paramilitares abrieron fuego contra los votantes y las graves denuncias de irregularidades levantaron la sospecha generalizada de fraude electoral…’.
Así que en materia de construcción de democracia el país sabe de elecciones difíciles. Las de este año lo son, pero tienen una dificultad grave, que pone en la mesa de disección nacional tanto al sistema político mexicano, como al gobierno de México y los gobiernos estatales y municipales, a los partidos políticos y a las instituciones de lo electoral. Pero también estamos a prueba los mexicanos que queremos democracia ‘y no nos dan’… y hay que construirla a pesar de todos.
El señor Lorenzo Córdova Vianello afirma que esta complejidad pone en riesgo la credibilidad del INE. Sí. Porque como dice en su periplo mediático del 26 de abril: “Existe conciencia de que el órgano electoral enfrenta un desafío inédito por el tamaño de las elecciones, por las nuevas atribuciones (74) del Instituto y por el contexto político y social que se enfrenta”. Es verdad.
Pero sobre todo el INE enfrenta una gran desconfianza nacional generada por sus resoluciones que a veces suenan más a contentillo de los partidos políticos que como respuesta a intereses sociales y, también, porque todos sabemos que los consejeros electorales llegaron ahí, cada uno de ellos, como parte de las cuotas de poder de los partidos políticos, no como cuota ciudadana.
Y ahí está un punto central: Lo que hagan en el INE será interpretado por los ciudadanos como una acción partidaria, no democrática y mucho menos social. Esa es al mismo tiempo ‘su cruz’ y ‘su espada’. Tendrá que convencer a los ciudadanos que estas elecciones serán las más ciudadanas de la historia de México… Eso le toca al INE. Y todos queremos que así sea…
La carga de trabajo excesiva, de la que ya advierte dificultades el consejero presidente, Córdova Vianello, tiene que ver con la decisión de ‘nacionalizar’ lo que era ‘federal’. Así que las elecciones para que acudan los 83.5 millones de ciudadanos inscritos en el listado nominal deberán estar con la mesa puesta ese domingo siete: 149 mil casillas y 10.5 millones de ciudadanos insaculados.
“Si bien no estamos anticipando un fracaso, si nos estamos preparando en el tema de fiscalización: vamos a tener 45 días para fiscalizar un volumen inédito de informes de campaña”. Esto es porque desde 1990 coexistían 33 sistemas electorales, uno por entidad, más la federal: Se pasa ahora de fiscalizar 6 mil informes de precampaña y campaña a unos 75 mil en lo federal y local.
Si bien la organización de lo electoral es su tarea prioritaria por estos días antes del 7 de junio y meses después, el gran problema del INE es ese ritornello: El de la credibilidad en sus acciones, en su organización, en su integración, en su coordinación nacional y en el cómo van a operar con lo que eran los Institutos Estatales Electorales, en donde se mantiene la estructura principal de cada uno, pero ahora con decisiones que contraponen esa experiencia estatal con la autoridad nacional. Así que, como se dice en Tabasco: De pronto el INE va a llegar a cada entidad a enseñar a los locales “a mover el pozol”… En fin.
Está el problema de las elecciones en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas y Oaxaca… entre otras entidades en las que ya hay signos de posible turbulencia fuerte. Dice el señor Córdova Vianello que la intención del INE no es generar un ambiente militarizado para desarrollar las elecciones ahí: “Esto no es conveniente, pero nuestro mandato es permitirle a los ciudadanos que ejerzan con libertad su voto y tenemos que generar esas condiciones”… O sea que no, pero sí.
Para cumplir su reto en 2015, el INE tiene dinero de los ciudadanos mexicanos a los que juró respetar y hacer respetar: 18,572 millones de pesos, de los que 5,356 millones serán para el financiamiento de los diez partidos políticos. El resto es para la operación electoral, incluyendo un monto destinado a incrementar los recursos del Fondo para Atender el Pasivo Laboral que quiere decir, para despedir gente y pagarle, liquidarla o por retiro voluntario…
Así que el reto mayor del INE es el de la desconfianza, la que, según un informe que mandó a hacer la institución, a poco más de un mes de que se lleven a cabo las elecciones, apenas un 27 por ciento de la población nacional considera que los comicios realizados en México son confiables; 23 por ciento dice que han sido parcialmente confiables y 50 por ciento dice que no lo han sido en absoluto. Ese es el gran problema del INE: Esos son sus focos rojos. Y una solución tienen que encontrar: Ser creíbles y hacer creíbles estas elecciones, sobre la base de que lo serán.
Por lo demás, pues ya está casi todo listo. Los partidos políticos y sus candidatos están en lo suyo, el gobierno federal y los estados y municipios en donde habrá elección están con el ¡Jesús! en la boca y todos juntos están temblorinos e impulsando una campaña feroz y archi feroz para que la gente vaya a votar ese día: ¿Por qué será?
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