Se trata de Lily Parr, un personaje especial en muchos aspectos.
De 1,83 metros de altura, Parr anoto más de 1.000 goles en sus 31 años de carrera según registra el Museo Nacional de Futbol en Inglaterra. De ellos, 34 los marco en su primera temporada cuando tenía sólo 14 años.
Su equipo también era excepcional: The Dick, Kerr Ladies estaba formado por 11 trabajadoras de una fábrica en Preston, en el noroeste del país, que pronto se convirtieron en celebridades internacionales y el mayor atractivo en el mundo del futbol.
Según el museo, ellas todavía permanecen como el club más exitoso de todos los tiempos.
Pero no se trataba de una época normal.
En plena Primera Guerra Mundial, todos los hombres en condiciones de jugar un partido de futbol fueron enviados a pelear en el frente, mientras las mujeres no sólo tuvieron que ocupar sus puestos de trabajos, también tomaron sus lugares en la cancha.
Entre gambetas y regates
El futbol femenino ya se había establecido y se jugaba esporádicamente cuando estalló la guerra, pero fue durante el conflicto cuando comenzó a ser bien visto.
El momento de inflexión ocurrió cuando la liga de futbol suspendió todos los partidos al final de la temporada 1914-1915.
Mientras una generación de jóvenes futbolistas se alistó para servir a su país, también los hicieron las mujeres que se quedaron en territorio británico.
Ellas respondieron al llamado, con cientos de miles asumiendo trabajos y roles que antes estaban reservados para los hombres y que eran considerados peligrosos para las mujeres, como las fábricas de municiones.
Las mujeres trabajadoras convergieron en las fábricas a lo largo y ancho del país, formando una estrecha relación y compartiendo sus ratos libres.
Los partidos de futbol comenzaron a ser un pasatiempo popular para las mujeres y este detalle no pasó desapercibido para los gerentes.
La que en un principio fue una actividad que se decía no era apta para la "frágil" contextura del cuerpo femenino pasó a ser impulsada como un ejercicio bueno para la salud, el bienestar y la moral.
A medida que la guerra fue avanzando, el juego de mujeres fue formalizándose y comenzaron a organizarse partidos para recaudar dinero para las organizaciones de caridad que buscaban aliviar los efectos de la guerra.
Estos juegos atrajeron a aficionados que querían ver a las munitionettes, de las fábricas de municiones, enfrentarse a equipos de soldados heridos o de mujeres de otras fábricas.
Los equipos fueron emergiendo y la gente empezó a disfrutar de la habilidad y talento de las mujeres, más que asistir para ver lo novedoso del espectáculo.
El espectáculo
El amor por el juego fue tal que se dice que una jugadora del Blyth, Jennie Morgan, fue directo de su boda a un partido en el que marcó dos goles.
El más famoso de estos equipos fue el mencionado Dick, Kerr Ladies FC de Preston.
Fundado en 1917, su primer partido atrajo a 10.000 espectadores.
Para 1920, en el tradicional día que se celebra en tierras británicas después de navidad, el Boxing Day, hubo una asistencia récord de 53.000 personas en el estadio Goodison Park, en Liverpool.
Otras 14.000 se quedaron afuera tratando de poder entrar para ver el partido contra St. Helen Ladies.
Con el fin de la guerra, un país devastado por la muerte de tantas personas intentó retornar a la normalidad.
Una a una las fábricas fueron cerrando y las mujeres, que se habían galvanizado y liberado durante el conflicto, fueron enviadas de regreso a la vida doméstica en sus hogares.
El fútbol ya no era visto como una actividad saludable y reconocidos médicos, como la doctora Mary Scharlieb, lo calificaron como "el juego menos apropiado, demasiado para la estructura de una mujer".
A pesar de estas advertencias, el Dick, Kerr Ladies siguió siendo el equipo bandera en Reino Unido.
Tarjeta roja
El 5 de diciembre de 1921 la Asociación de Fútbol de Inglaterra (FA, por sus siglas en inglés) se hizo eco de las fuertes opiniones que consideraban inadecuado del deporte para las mujeres, instó a los equipos que pertenecían a la asociación "a no prestar sus campos para ese tipo de partidos".
La prohibición cambió el fútbol femenino para siempre.
Pese al rechazo general, algunos equipos se mantuvieron activos por un tiempo.
Pero hubo que esperar hasta 1971 para que la FA levantara la prohibición, mismo año en que la Unión Europea de Fútbol Asociado, la UEFA, recomendó a las organismos nacionales a tomar el control del fútbol femenino, lo que marcó el renacer de la actividad para las mujeres.
El primer campeonato europeo se disputó en Suecia en 1984, mientras que el primer Mundial tuvo lugar siete años más tarde.
Desde entonces el fenómeno del fútbol femenino ha estado en constante crecimiento, hasta el punto de que la final de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, entre Estados Unidos y Japón, atrajo a más de 83.000 personas al estadio de Wembley.
Tiempos aquellos
Igual no deja de ser sorprendente que es ahora, casi 100 años después, que las mujeres están viviendo una experiencia levemente similar a la vivida por sus predecesores, atrayendo a miles de aficionados y titulares.
Ese hecho es lo que hace aún más especial lo conseguido por un grupo de mujeres pioneras en una época en la que parecía imposible que se pudiera lograr ese increíble éxito y reconocimiento.
Durante un tiempo, las mujeres desafiaron la actitud de la sociedad y elevaron el futbol femenino a cotas difíciles de imaginar.
Para la actual generación de futbolistas le tomó casi 43 años atraer la cifra récord de 40.181 personas a Wembley para un juego amistoso entre Inglaterra y Alemania lo que refleja el largo camino que todavía queda por recorrer.
Por lo menos ahora se sabe hacia dónde hay que ir y que hubo una época en la que el mejor jugador de fútbol fue una mujer, Lily Parr, quien en 2002 se convirtió en la primera futbolista en ingresar al Salón de la Fama en el museo nacional de fútbol en Preston, 24 años después de su muerte.
Vía: BBC Mundo.
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