El poli, la sensibilidad y un pretexto

El poli, la sensibilidad y un pretexto
La semana pasada surgió una inconformidad por parte de los alumnos del Politécnico Nacional, dicho asunto promete escalar y de darse, los pronósticos no serían alentadores.

A estas alturas y con los datos que se pueden observar sobre los cambios que se pretenden hacer al plan de estudios, mismos que provocaron la ira del estudiantado, todo parece inclinar la balanza en favor de los alumnos. Si bien los planes de estudio tienen que ser revisados constantemente con la intención de alcanzar la excelencia y proveer a los jóvenes de herramientas de estudio que los catapulten al mercado laboral, en esta ocasión se hizo lo contrario en algunas áreas.

Momentos por demás delicados en los que se presenta un problema estudiantil (como si nos faltaran), cuando muchos pensábamos que después de las reformas, la puesta en marcha de las mismas y la inercia favorable que México muestra en el exterior, iban a ser el detonante de más y mejores oportunidades para todos; pero sobre todo, de los jóvenes que están en vías de graduarse.

Conviene investigar de quién fue la falta de sensibilidad y visión en este injusto lance. Considero que no todo debe ser asociado a un complot orquestado por el gobierno federal, empresarios, inversionistas extranjeros y autoridades estudiantiles; pero, de ser así, debe recaer toda la responsabilidad en esos actores. Aunque quizá sea tan simple como la incompetencia por parte de quienes creyeron estar mejorando el plan de estudios, cuando en realidad están dejando a miles de jóvenes en la desesperanza. Es que con las expectativas que se crearon en torno a las reformas, inevitablemente la lectura de los mexicanos fue la de la promesa de un mejor futuro, vía el reconocimiento al esfuerzo por alcanzar un título universitario. Y de tajo se las tumban.

Tan cercana la conmemoración del 2 de Octubre, veo cómo los cálculos erróneos, las perversidades y la estupidez de algunos puede llevarnos a una espiral de violencia que nunca termina bien y que; sobre todo, regresa a México a su estado natural: el del retraso, la falta de oportunidades, la polarización y la eterna inconformidad social.

Quizá sea este el pretexto que muchos esperaban para echar a andar la maquinaria de destrucción sobre la esperanza de muchos, la reedición de capítulos (como la matanza del 68) que todos quisiéramos que ya estuvieran cerradas y aclaradas, y la bonanza que ofrecen los ríos revueltos. Hagamos votos para que no sea así.

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