Una enorme cicatriz atraviesa el pecho de Carlos Bove, un profesor uruguayo de 67 años, recuerdo de la cirugía cardiaca a la que acaba de ser sometido.
Habla pausado, desde su cama del hospital de la Asociación Española en Montevideo, porque además arrastra desde hace años problemas respiratorios.
Según sus médicos es el ejemplo de las consecuencias que ha tenido para Uruguay haber sido históricamente uno de los mayores consumidores de tabaco de Latinoamérica, además de un país que a comienzos de siglo lideraba los índices de muerte por cancer de pulmón en toda la región. "He soñado muchas veces, cuando estoy atacado de los pulmones, que rompía las cajas de cigarros y las tiraba", cuenta. "Muchos años no me dí cuenta de que me haría mal, hasta que comencé a tener problemas, fue cuando me dijeron que el cigarro me estaba matando". Bove fumó una caja de cigarrillos al día durante casi cuatro décadas. Lo abandonó hace diez años. Y casi a la vez que él dejaba el humo, este pequeño país sudamericano, de apenas 3,3 millones de habitantes, se sumergía en una ola de restricciones al tabaco que hoy lo coloca en la vanguardia mundial en este tipo de políticas. Algunas de ellas enfrentaron al país con la mayor empresa de cigarrillos del mundo, Philip Morris International, dueña de marcas como Marlboro, Fortuna o L&M. Un choque que podría tener resonancia en otros países.
Las medidas más restrictivas
También ese año aparecieron las primeras y llamativas advertencias sanitarias sobre las consecuencias de fumar.
Imágenes como las de una boca donde los dientes son en realidad la ceniza de un cigarro; la foto retocada de un niño fumando donde aparece demacrado, o la de un bebé prematuro, diminuto, en la mano de un ginecólogo. En 2009 estas advertencias llegaron a cubrir por ley el 80% de los paquetes, más que en ningún otro país.
Y desaparecieron de las cajas palabras como "light" o "mentolado" o "gold", dejando una sóla presentación por marca de tabaco. Estas dos últimas medidas son precisamente las que enfrentan al estado uruguayo con Philip Morris, que las considera un ataque a los inversionistas.
El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (o CIADI), un organismo dependiente del Banco Mundial, se declaró competente para decidir sobre una demanda presentada en 2010 por la empresa.
En marzo de este año escuchó los argumentos de Philip Morris y en septiembre oirá los de Uruguay, en un caso que podría sentar jurisprudencia para disputas similares en otras partes del mundo. Según Philip Morris, "estas medidas van más allá de las regulaciones del tabaco que ya existen en prácticamente todos los países y que no han demostrado que logren reducir los índices de consumo de cigarrillos". "Además –reza un comunicado de la empresa-, no hacen nada para llamar la atención sobre la proliferación del mercado negro de cigarrillos, e incluso podría promover el contrabando" de tabaco.
El argumento del gigante tabacalero es que Uruguay, con sus medidas para cubrir el 80% de las cajas y la prohibición de tener presentaciones diferentes, está violando un tratado de protección de las inversiones que firmaron Uruguay y Suiza –país donde Philip Morris tiene sede- en el año 1998.
La compañía no respondió a los pedidos de entrevista de BBC Mundo. Pero en unas declaraciones de la ejecutiva de Philip Morris Julie Soderlund al semanario uruguayo Búsqueda se aseguraba que la corporación reclama US$25 millones en concepto de reparación de daños por las pérdidas comerciales. "La esencia de este caso se enfoca en estos principios fundamentales del Estado de derecho y en si Uruguay debe o no mantener las promesas que hace", argumenta Philip Morris.
El derecho a la salud contra el derecho al comercio
Pero para el gobierno uruguayo, esta disputa va más allá de lo puramente comercial. "No puede haber ningún tribunal que, en el sentido de priorizar derechos, no priorice el derecho a la vida y la salud, sobre el derecho al comercio, la industria y el trabajo", responde el senador y doctor Luis Gallo, del oficialista Frente Amplio. Gallo, quien ahora promueve un cambio en la legislación para restringir aún más la publicidad del tabaco –quiere que los productos estén fuera de la vista del público incluso en sus puntos de venta- dice estar convencido de que el fallo será favorable a su gobierno. Uruguay cuenta con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud y otros organismos privados, como la fundación del exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg. Recientemente, el presidente Jose "Pepe" Mujica hizo un alegato en contra del tabaco y pidió el respaldo de otros países durante su visita a la Casa Blanca. "Los gobiernos no tienen que participar en pleitos privados, pero acá hay una batalla por la vida. Y creo que frente a esta batalla por la vida nadie tiene que hacerse el distraído", dijo junto a su par estadounidense, Barack Obama.El impacto mundial
En varios estados en desarrollo, como Uganda, Namibia o Togo, las leyes contra el cigarrillo se han encontrado con el rechazo de grandes compañías tabacaleras que denunciaron la violación de sus derechos comerciales.
Según Philip Morris, "únicamente se busca una compensación justa por los daños causados por estas medidas".
Pero Eduardo Bianco, cardiólogo a la cabeza del Centro de Investigación de la Epidemia de Tabaquismo, dice que en realidad el mercado uruguayo mueve muy poco dinero.
"La verdadera razón por la que ellos (Philip Morris) decidieron atacar a Uruguay fue una decision estratégica para escarmentar al resto de los países, especialmente los no desarrollados, para que no implementasen medidas similares", sostiene.
Este es un argumento compartido por la Organización Mundial de la Salud, que plantea este enfrentamiento como una guerra entre David y Goliat.
Si países pequeños como Uruguay deciden ahora tirar la toalla ante el temor a juicios altamente costosos y duraderos contra firmas multimillonarias –advierten- otros perderán las ganas de dejar para siempre el tabaco.
Vía: BBC Mundo.
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