A poco menos de cien días de asumir el cargo como presidente de México, el priista Enrique Peña Nieto, participó en la clausura de la XXI Asamblea Ordinaria Nacional de su partido, “el hombre de las Reformas” flanqueado por Camacho Quiroz e Ivonne Ortega, emitió un fuerte discurso que pocos quisieron entender y atender.
En las próximas 72 horas se cumplirá un año de aquel mensaje que para muchos se guardó en el olvido, pero que en la actualidad retoman su justa dimensión. Hoy muchos lamentan no haber escuchado, ni querido creer; finalmente Peña Nieto aseguran es un “pelele”.
El uno de diciembre de 2012, Peña se ungió como presidente, el pendista de Calderón, incapaz de sostener al PAN en Los Pinos, entregó al mexiquense la banda presidencial con los colores invertidos en señal de que las cosas definitivamente ya no serian igual.
La primera en sentir el yugo peñista fue la controversial Gordillo, una mujer que agarró y dio de todos. A la Sra. Elba Esther le alcanzo hasta para regalar algunas Hummers, pero no guardó capital intelectual suficiente para entender “tomare las decisiones que exige la transformación del país”, frase lapidaria emitida aquel tres de marzo de 2013, juego de palabras que la tienen bajo las sombras, nueve palabras que heredaron la Reforma Educativa, aun y sin el consentimiento del sindicato “más grande de latinoamérica”.
448 días después de llegar a la presidencia, toco el turno de pagar al más buscado; al más “billetudo”; al capo de capos; al jefe de jefes; al sinaloense Don Joaquín Archivaldo Guzmán Loera. Así es señores, pactado o no, Peña lo había adelantado: “no hay intereses intocables. El único interés que protegeré es el interés nacional” y el Sr. de Badiraguato, es la bandera priista de la próxima contienda electoral que ya tiene mensaje rector: la restauración en seguridad ciudadana.
Ahora tras la captura de “el Chapo” un silencio total de esos que te permiten escuchar el ruido, imperó Tamaulipas; en Tampico todos leen nadie comenta; todos escuchan nadie repite nada, solo en el ambiente hace eco aquella frase que Enrique Peña Nieto, dedico a sus hermanos priistas aquel tres de marzo de 2013: “este instituto político se moderniza para ganar la confianza ciudadana” y entonces, una corte federal rompe el silencio y aparece el nombre del exgobernador tamaulipeco, Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba; una persona que podría aclarar muchas dudas.
davidcastellanost@hotmail.com
En las próximas 72 horas se cumplirá un año de aquel mensaje que para muchos se guardó en el olvido, pero que en la actualidad retoman su justa dimensión. Hoy muchos lamentan no haber escuchado, ni querido creer; finalmente Peña Nieto aseguran es un “pelele”.
El uno de diciembre de 2012, Peña se ungió como presidente, el pendista de Calderón, incapaz de sostener al PAN en Los Pinos, entregó al mexiquense la banda presidencial con los colores invertidos en señal de que las cosas definitivamente ya no serian igual.
La primera en sentir el yugo peñista fue la controversial Gordillo, una mujer que agarró y dio de todos. A la Sra. Elba Esther le alcanzo hasta para regalar algunas Hummers, pero no guardó capital intelectual suficiente para entender “tomare las decisiones que exige la transformación del país”, frase lapidaria emitida aquel tres de marzo de 2013, juego de palabras que la tienen bajo las sombras, nueve palabras que heredaron la Reforma Educativa, aun y sin el consentimiento del sindicato “más grande de latinoamérica”.
448 días después de llegar a la presidencia, toco el turno de pagar al más buscado; al más “billetudo”; al capo de capos; al jefe de jefes; al sinaloense Don Joaquín Archivaldo Guzmán Loera. Así es señores, pactado o no, Peña lo había adelantado: “no hay intereses intocables. El único interés que protegeré es el interés nacional” y el Sr. de Badiraguato, es la bandera priista de la próxima contienda electoral que ya tiene mensaje rector: la restauración en seguridad ciudadana.
Ahora tras la captura de “el Chapo” un silencio total de esos que te permiten escuchar el ruido, imperó Tamaulipas; en Tampico todos leen nadie comenta; todos escuchan nadie repite nada, solo en el ambiente hace eco aquella frase que Enrique Peña Nieto, dedico a sus hermanos priistas aquel tres de marzo de 2013: “este instituto político se moderniza para ganar la confianza ciudadana” y entonces, una corte federal rompe el silencio y aparece el nombre del exgobernador tamaulipeco, Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba; una persona que podría aclarar muchas dudas.
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