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Las protestas en Brasil, que se pudieron observar mientras se llevaba a cabo la Copa Confederaciones 2013, fueron y han sido motivadas, principalmente, por el aumento de los precios del transporte público y por el volumen del gasto en la realización del mismo torneo de Confederaciones, la Copa Mundial de Futbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Estos temas, que son base del reclamo por el aumento de los costos, fueron anunciados por el alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad en enero de 2013, y después entraron en vigor el 1 de junio de 2013.
La primera gran protesta se llevó a cabo el 6 de junio en la avenida Paulista; dos días después, las manifestaciones fueron creciendo, y para el 13 de junio, la Policía arremetió, incluso, contra periodistas que cubrían los acontecimientos. Fue en Río de Janeiro, el 16 de junio, que la Policía usó gas lacrimógeno y balas de goma, cuando cientos de manifestantes marcharon cerca del Estadio Maracaná antes del encuentro entre Italia y México.
El descontento continuó en aquella justa de la FIFA; unas mil personas, antes del encuentro entre Tahití frente a Nigeria, en la ciudad de Belo Horizonte, se hicieron presentes cerca del Estádio Mineirão. Helicópteros sobrevolaron la zona y agentes a caballo patrullaban los alrededores del encuentro.
Las marchas se han extendido a más de 100 ciudades de todo el coloso sudamericano, reuniendo, al menos, un millón de personas a nivel nacional.
Los costos de las obras del mundial se estiman en 13 mil millones de dólares; según datos difundidos, casi mil millones más de lo acordado, precio que incrementó los impuestos de transporte y gasto público.
Medios de Brasil afirman que, temiendo más protestas, el sistema político brasileño acordó con el congreso un pacto, por el cual no se aprobará ningún tipo de proyecto que genere un gasto para las arcas públicas, al menos hasta el segundo semestre del 2014.
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