Peña Nieto: un alumno distraído y platicador

Peña Nieto: un alumno distraído y platicador
Milenio.
El presidente Enrique Peña Nieto volvió al salón de clases. Ocupó una banca de un alumno de quinto año de primaria dispuesto a recibir una lección para usar una computadora nueva.

Tamborileó con los dedos sobre la paleta de la banca e intentó poner atención, pero le bastaron tres minutos para distraerse con su compañero de banca.

Empezó a cuchichear, a ver la decoración del salón y terminó por recorrer la silla y se acercó a un chico moreno para ver su computadora y se puso a platicar con él; quería verificar si tenían internet, si la capacidad de las nuevas computadoras era suficiente para lo que iban a requerir en clase y si entusiasmaba a los niños que, en realidad, estaban más emocionados por las visitas.

“Las computadoras nuevas están bonitas. Me sirven, aunque está un poco lenta”, dijo Lalo, un niño al que el descubrimiento favorito del aparato nuevo fue la cámara de video en la que hacía muecas mientras la maestra daba la explicación.

Otros niños más atrás se volvían sorprendidos, uno no se aguantó las ganas y preguntó a su compañero:

—Se ve un poquito raro tan grande en la banca, ¿no?

A lo que su compañero contestó con un gesto para callarlo y puso cara de espanto después de una mirada grave de uno de los elementos del Estado Mayor Presidencial.

En otro salón, después de una explicación breve de una maestra nerviosa que planeó toda la mañana la lección, Fabián, un chico más extrovertido que el resto, se ofreció enseñarle al Presidente lo que aprendieron.

Leyó una fábula, le enseñó que podían acceder a internet y trastabilló en la última lección.

Después pidió una fotografía y le advirtió a Peña Nieto: “Yo voy a ser Presidente, como tú”, a lo que el mandatario respondió con una carcajada, aplaudió la intención y llevó al chico hacia donde estaba el gobernador Arturo Núñez para anunciarle que “ya tenía más competencia”.

Fabián no fue el único, las intenciones de participar en la política se multiplicaron en los salones e incluso más de uno sacó a relucir que acompañó a sus papás a actos de campaña en la última elección.

“Pero no fuimos al mitin de él”, susurró Eloísa, una chica sentada casi hasta adelante del salón, en un acto de confidencia. Aunque no quiso revelar el candidato que apoyó.

Más tarde, la algarabía dejó los salones. Los chicos dejaron las computadoras recién desempacadas en el salón y salieron al patio.

Ahí iniciaron los discursos, la directora de la escuela Dionisio Zurita no soltó al líder del SNTE, Juan Díaz de la Torre, con quien platicó buena parte del recorrido que hicieron los funcionarios.

Los discursos y la atención del público no siempre coincidieron, en el patio se alcanzaba a escuchar más los gritos de los niños pequeños.

Llegó a tal grado, que el Presidente al tomar el micrófono hizo una pausa y pidió atención: “Déjenme ser muy breve. Ya escucharon ustedes, a lo mejor le pusieron poca atención a quienes hablaron antes que yo, y a lo mejor también me ponen poca atención a mí”.
Milenio.

Comentarios