Daniel Higa. Marchas, plantones, tomas de carreteras, de centros comerciales y el ataque a instalaciones de partidos políticos han sido las acciones que la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) ha realizado como forma de manifestar su rechazo a la reforma educativa federal.
El pasado miércoles, miembros de la CETEG incendiaron y destrozaron las oficinas del PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, luego que en el Congreso Local desecharon la propuesta de ley estatal que este grupo de maestros había enviado para contrarrestar los efectos de la reforma educativa federal recientemente aprobada.
Gracias a estos incidentes violentos, las cosas se han polarizado hasta extremos peligroso. Por un lado, el gobierno estatal y la procuraduría de Guerrero ya giraron órdenes de aprensión en contra de 39 miembros de la CETEG, entre ellos Gonzalo Juárez Ocampo y Minervino Morán, líderes de este movimiento.
Por su parte, la Coordinadora ha anunciado un alto a las movilizaciones mientras hacen un cálculo de qué es lo que sigue una vez que su propuesta fue rechazada por el congreso local.
Mientras tanto, las versiones de los hechos violentos son discordantes, ya que por un lado, el Secretario de Gobierno del Estado anunció que había provocadores o infiltrados dentro el movimiento magisterial, pero sus líderes dijeron que todo fue provocado por el descontento que tienen los propios maestros porque no se aprobó su propuesta.
Es decir, que mientras unos dicen que hay infiltrados –como también lo señaló Graco Ramírez, Gobernador de Morelos-, los maestros justifican los hechos debido al coraje que tienen porque no se hizo lo que ellos querían como ellos querían.
Cabe destacar que los conflictos entre la disidencia magisterial y las autoridades en Guerreo son añejas y profundas. Esta es una de las secciones más combativas del magisterio –junto con Chiapas y Michoacán-, su historia está relacionada con grupos sociales marginados y con movimientos guerrilleros.
Nada más hay que recordar la labor de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, que desde su atril de escuelas rurales se convirtieron en líderes de la guerrilla en la década de los sesenta y setenta del siglo pasado.
Pero en la actualidad, se ha utilizado esta fortaleza gremial y su solidaridad social para desvirtuar su movimiento en algo que molesta a la sociedad por los métodos utilizados. Nadie les puede negar el hecho de manifestarse públicamente, pero ellos han afectado profundamente la economía de muchas familias al cerrar las vías de acceso, tomar las calles y los centros comerciales y sobre todo, dejar a la deriva la educación de sus hijos.
Es verdad que las condiciones de los maestros son deplorables y hasta humillantes en algunas zonas de Guerrero, todo enmarcado por la pobreza que impera en muchos municipios. Que hasta cierto punto son justificables sus demandas de tratar de mejorar las condiciones de enseñanza en beneficio de la gente, pero sus métodos de acción no son del todo efectivos.
Rehúyen a las evaluaciones de su trabajo pero exigen a los diputados que aprueben lo que ellos proponen nada más porque es lo más conveniente para ellos mismos. Critican la labor de los legisladores –que en la realidad no es nada de lo que nos podamos enorgullecer-, por su ausentismo y falta de profesionalismo, y ellos hacen los mismo abandonando las aulas y las capacitaciones laborales.
Si hay un trabajo en el mundo que considero como uno de los más importantes, dignos y trascendentales para la sociedad, es el de los maestros. Provengo de una familia de maestros. Mi padre, mi madre, muchas de mis tías y primas son (o fueron) maestros. Por eso me preocupa y me indigna que algunos docentes actúen de una forma tan irracional, cuando en ellos está el don de transmitir sabiduría y conocimiento.
Yo no discuto ni niego que en sus demandas haya muchas razones de peso como para buscar mejorar sus condiciones laborales. Sin embargo, este movimiento de la CETEG cada vez se vuelve más político y violento. Están asumiendo un rol de grupo extremista en donde su filosofía está en la premisa de “si no me apoyas eres mi enemigo”.
Exigen al Congreso y a las autoridades que actúen en forma democrática y ellos son los primeros autoritarios. Lo peligroso de esto, es que se puede volver un caldo de cultivo de otro tipo de grupos que buscan desvirtuar las razones justas –en este caso de los maestros-, para convertirlas en migajas políticas que a la larga lo único que hacen es dañar aún más al magisterio.
O aún peor, que grupos violentos tomen el control y utilicen a la CETEG como escudo y fachada de actos criminales. Pero los verdaderos afectados son los estudiantes, que no solamente pierden clases, sino que están viendo cómo resuelven los problemas sus maestros, esos mismo que en el salón de clases les dicen que hay que respetar, escuchar y estudiar mucho para pasar todos los exámenes y poder tener alguna oportunidad de desarrollo en el futuro. ¡Vaya paradoja!
El pasado miércoles, miembros de la CETEG incendiaron y destrozaron las oficinas del PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, luego que en el Congreso Local desecharon la propuesta de ley estatal que este grupo de maestros había enviado para contrarrestar los efectos de la reforma educativa federal recientemente aprobada.
Gracias a estos incidentes violentos, las cosas se han polarizado hasta extremos peligroso. Por un lado, el gobierno estatal y la procuraduría de Guerrero ya giraron órdenes de aprensión en contra de 39 miembros de la CETEG, entre ellos Gonzalo Juárez Ocampo y Minervino Morán, líderes de este movimiento.
Por su parte, la Coordinadora ha anunciado un alto a las movilizaciones mientras hacen un cálculo de qué es lo que sigue una vez que su propuesta fue rechazada por el congreso local.
Mientras tanto, las versiones de los hechos violentos son discordantes, ya que por un lado, el Secretario de Gobierno del Estado anunció que había provocadores o infiltrados dentro el movimiento magisterial, pero sus líderes dijeron que todo fue provocado por el descontento que tienen los propios maestros porque no se aprobó su propuesta.
Es decir, que mientras unos dicen que hay infiltrados –como también lo señaló Graco Ramírez, Gobernador de Morelos-, los maestros justifican los hechos debido al coraje que tienen porque no se hizo lo que ellos querían como ellos querían.
Cabe destacar que los conflictos entre la disidencia magisterial y las autoridades en Guerreo son añejas y profundas. Esta es una de las secciones más combativas del magisterio –junto con Chiapas y Michoacán-, su historia está relacionada con grupos sociales marginados y con movimientos guerrilleros.
Nada más hay que recordar la labor de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, que desde su atril de escuelas rurales se convirtieron en líderes de la guerrilla en la década de los sesenta y setenta del siglo pasado.
Pero en la actualidad, se ha utilizado esta fortaleza gremial y su solidaridad social para desvirtuar su movimiento en algo que molesta a la sociedad por los métodos utilizados. Nadie les puede negar el hecho de manifestarse públicamente, pero ellos han afectado profundamente la economía de muchas familias al cerrar las vías de acceso, tomar las calles y los centros comerciales y sobre todo, dejar a la deriva la educación de sus hijos.
Es verdad que las condiciones de los maestros son deplorables y hasta humillantes en algunas zonas de Guerrero, todo enmarcado por la pobreza que impera en muchos municipios. Que hasta cierto punto son justificables sus demandas de tratar de mejorar las condiciones de enseñanza en beneficio de la gente, pero sus métodos de acción no son del todo efectivos.
Rehúyen a las evaluaciones de su trabajo pero exigen a los diputados que aprueben lo que ellos proponen nada más porque es lo más conveniente para ellos mismos. Critican la labor de los legisladores –que en la realidad no es nada de lo que nos podamos enorgullecer-, por su ausentismo y falta de profesionalismo, y ellos hacen los mismo abandonando las aulas y las capacitaciones laborales.
Si hay un trabajo en el mundo que considero como uno de los más importantes, dignos y trascendentales para la sociedad, es el de los maestros. Provengo de una familia de maestros. Mi padre, mi madre, muchas de mis tías y primas son (o fueron) maestros. Por eso me preocupa y me indigna que algunos docentes actúen de una forma tan irracional, cuando en ellos está el don de transmitir sabiduría y conocimiento.
Yo no discuto ni niego que en sus demandas haya muchas razones de peso como para buscar mejorar sus condiciones laborales. Sin embargo, este movimiento de la CETEG cada vez se vuelve más político y violento. Están asumiendo un rol de grupo extremista en donde su filosofía está en la premisa de “si no me apoyas eres mi enemigo”.
Exigen al Congreso y a las autoridades que actúen en forma democrática y ellos son los primeros autoritarios. Lo peligroso de esto, es que se puede volver un caldo de cultivo de otro tipo de grupos que buscan desvirtuar las razones justas –en este caso de los maestros-, para convertirlas en migajas políticas que a la larga lo único que hacen es dañar aún más al magisterio.
O aún peor, que grupos violentos tomen el control y utilicen a la CETEG como escudo y fachada de actos criminales. Pero los verdaderos afectados son los estudiantes, que no solamente pierden clases, sino que están viendo cómo resuelven los problemas sus maestros, esos mismo que en el salón de clases les dicen que hay que respetar, escuchar y estudiar mucho para pasar todos los exámenes y poder tener alguna oportunidad de desarrollo en el futuro. ¡Vaya paradoja!
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