Del spot a la realidad

Jorge Diaz. Al momento de escribir este texto, la vida en México ha regresado a la agitación, misma que se convirtió en algo normal durante el sexenio pasado. Fue poco lo que duró el gusto de pensar que las cosas podían mejorarse y que dejaríamos los tiempos difíciles de una presidencia carente de legitimidad, en el pasado.

Desgraciadamente el choque ideológico y los intereses de grupo del abanico político nacional no dan muestras de reconciliación y la falta de voluntad de los principales actores, ahonda más esta situación.

El conflicto magisterial ha escalado a niveles en los que el pronóstico de solución a los problemas y reclamos no es nada halagüeño. Ya son cuatro los Estados de la República quienes se suman a esta resistencia contra la reforma educativa agravando el problema que tiene enfrente el Gobierno Federal y en lo particular, los gobiernos estatales de las entidades inconformes y la SEP.

La reforma a la ley federal de telecomunicaciones entró casi a su última fase con un ambiente enrarecido. Se ha manoseado (lo cual se esperaba) y amenaza con regresar al punto de partida: todos los interesados encontrados en una guerra intestina, en la que ponen al público usuario y consumidor en medio de sus batallas mediáticas.

La máxima casa de estudios, la UNAM, pasa por un conflicto que ha dejado crecer, mismo que pone en antecedente a todo aquel que quiera en el futuro ponerlos en jaque, ya que la inacción contra quienes violentamente tomaron la rectoría, pone las cosas fáciles para todo aquel que la quiera tomar de rehén de nueva cuenta.

Sin mencionar los problemas que a nivel regional se viven en todos los rincones de México (todos ellos, urgentes para quien los padece), la muestra anterior ejemplifica perfectamente bien que existen por lo menos dos Méxicos: el de la realidad que duele y el del spot oficial.

En ocasiones es desesperante ver que los actos del Gobierno Federal no pasan de las trilladas frases huecas en los medios de comunicación, y de un discurso que empieza a ser desoído por los ciudadanos. Cuando la respuesta de las autoridades no pasa del spot a la realidad, el efecto que causa es el de un sentimiento de burla hacia el ciudadano o bien, da la impresión de incapacidad por parte de quienes dijeron que sí sabían gobernar.

En primera instancia, el gobierno tiene a grupos de interés presionando para salirse con la suya, no es un escenario ideal pero por lo menos puede ser controlable si se atiende a tiempo, lo cual no ha hecho, no ha querido hacer o no ha podido hacer; con esto corre el riesgo de empezar a prender los focos rojos en el conjunto de los mexicanos, que sin lugar a dudas, complicaría aún más las cosas y se regresaría a un escenario similar al que se vivó del 2006 al 2012.

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