Patio trasero

Sergio Aguayo. Con solidaridad para las víctimas del Huracán Sandy en todos los países.

Aprovechándose de gobiernos mexicanos pusilánimes, una parte de las élites y la sociedad estadounidense siguen tratándonos como su patio trasero.

Barack Obama y Mitt Romney debatieron un total de cuatro horas y media en tres ocasiones diferentes. Ni un segundo dedicaron a la sangría mexicana. Ofende que en su tercer encuentro Obama sólo dijera que se le "rompía el corazón" cuando pensaba en los 30 mil muertos en el conflicto en Siria; Romney lo secundó calificando de "desastre humanitario" a los muertos y a los 300 mil refugiados. ¿Y nuestros 46 mil 462 ejecutados?, tomo el cálculo conservador de Reforma al 27 de octubre, ¿y nuestros 230 mil desplazados que estimara el Consejo Noruego para Refugiados en 2010?, ¿y nuestros desaparecidos, secuestrados o amenazados?

Hay quien señala que evadieron el tema de México porque ello los obligaría a tocar la incontrolable adicción a las drogas de su pueblo; la Segunda Enmienda a la Constitución que les permite comprar, almacenar y cargar armas de todo tipo; el polémico programa Rápido y Furioso; o la ira de la todopoderosa Asociación Nacional del Rifle.

Es posible que en su desdén influyeran cálculos electorales. Sin embargo, durante los últimos seis años los gobiernos estadounidenses han eliminado información incómoda de sus informes anuales sobre la situación de los derechos humanos en México (desde 1976 los elabora por ley el Departamento de Estado) y de los tres informes sobre la Iniciativa Mérida. Resulta escandaloso el absoluto silencio sobre el contrabando ilegal de armas de Estados Unidos a México. Los rifles de asalto, las pistolas llamadas "mata-policías" y los rifles de francotiradores calibre .50 no nacen entre el maíz, el frijol y la calabaza de nuestras milpas: la mayor parte se compra en las 8 mil 479 tiendas de armas localizadas en la zona fronteriza.

Nos tratan como patio trasero por la sumisión de los gobiernos mexicanos. Es cierto que Felipe Calderón ha criticado el contrabando de armas en sus visitas a Estados Unidos. Sin embargo, jamás ha convocado a sus conciudadanos para protestar, gobierno y sociedad, por la criminal indiferencia de los gobernantes estadou-nidenses. Un ejemplo claro es el sexto informe de gobierno de Calderón: menciona aquí y allá las armas pero jamás responsabiliza al gobierno de Estados Unidos. Su lenguaje es evasivo y timorato pese a lo ilegal de un contrabando tolerado por Washington y facilitado por nuestras corruptas aduanas.

Calderón heredó la timidez. En noviembre de 2003 Fox exigió la renuncia de Adolfo Aguilar Zinser -representante de México en las Naciones Unidas- porque en una conferencia en la Universidad Iberoamericana el añorado embajador aseguró que las élites estadounidenses trataban a México como "patio trasero". Adolfo le respondió con una carta todavía válida: "Vicente, las ofensas a los mexicanos nos las han hecho quienes... abusan de nuestros trabajadores, menosprecian a nuestra sociedad y nos relegan en los ámbitos diplomáticos y políticos" (texto completo en www.sergioaguayo.org).

Nueve años después nuestros gobernantes siguen actuando como vasallos sin asumir que su prioridad debiera ser atender la tragedia humanitaria que padecemos. Los vecinos sólo aplicarán sus leyes cuando la denuncia verbal se complemente con acciones concretas. ¿Por qué el gobierno de México no ha iniciado algunas demandas legales contra fabricantes de armas, vendedores o gobiernos?, ¿por qué no hay una campaña de información sobre la responsabilidad del gobierno estadounidense en el baño de terror y sangre que envuelve como sudario amplias regiones de nuestro país?

No estoy proponiendo, aclaro, que el borlote sustituya a la diplomacia. Considero legítimo reclamar a nuestros gobernantes firmeza frente a la apatía de Washington y reconocimiento a quienes desde la élite norteamericana se preocupan por lo que pasa en México. Por ejemplo, el 16 agosto de este año el Senado de California aprobó una resolución conjunta, notable por la información incluida y por el llamado a Washington para que adopte una política integral que frene el contrabando de armas (disponible en www.sergioaguayo.org). Tlatelolco y Los Pinos reaccionaron a esa decisión con un elocuente silencio.

El impulso del gobierno de Estados Unidos es ignorar a nuestros muertos, heridos y desaparecidos. Si nos ven como vecinos desechables es porque tenemos un gobierno blandengue cuando se trata de defender a los suyos. Por el silencio y la pasividad es que nos tratan como el patio trasero al que avientan sin consecuencias su basura.


La miscelánea

Agradezco las sugerencias de cuatro estudiosos de la política estadounidense hacia México y América Latina: Roderic Ai Camp, Todd Eisenstadt, Andrés Oppenheimer y Robert Pastor. Ninguno de ellos es responsable de mis interpretaciones y opiniones.

Colaboraron: Paulina Arriaga Carrasco y Marcela Valdivia Correa.

- Renuncia entregada por Adolfo Aguilar Zinzer a Vicente Fox, noviembre de 2003.

- Resolución del Congreso de California relativo al tráfico de armas, agosto de 2012.

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