Algunos agravios a la impasible sociedad mexicana

Son numerosos los abusos de diversa índole que los mexicanos hemos aguantado los últimos años, sin embargo (como para que se vea que la ley de Murphy sí se cumple), las últimas semanas el panorama se ve aún más negro. El primer agravio y que ha causado indignación y escozor en diversas capas sociales, fue el portazo que dio el TEPJF a las acusaciones hechas por la izquierda contra las diversas irregularidades cometidas por el PRI y su candidato durante la campaña presidencial que se consumó el 1 de julio pasado. Ordenó a la comisión calificadora dejar de recibir más pruebas, y las ya recibidas fueron calificadas como insuficientes para sostener las acusaciones, según el propio tribunal. El problema reside no en la resolución del TEPJF tal cual, sino la forma en que ese órgano llegó a sus conclusiones, pues la investigación realizada parece haber sido más que deficiente, a lo que ha de agregarse la escasa o nula discusión que sobre las pruebas se hizo, y que no permitió su justa valoración. El agravio pues, recae en el hecho de que el Tribunal pareció haber actuado más a conveniencia de intereses y/o designios políticos y personales, en detrimento de sus propia independencia para resolver este tipo de asuntos cuyo actual resultado, parece ir más en contra de la sociedad mexicana al subestimar su capacidad pensar y actuar en consecuencia a actos que parecen arbitrarios y decididos a priori.

Eso en lo que respecta a tan polémica decisión. Pero en el plano económico también ha sido golpeada la sociedad, en especial aquel sector que más dificultades tiene para ganarse la vida: el alza inflacionaria que en las últimas semanas ha tomado como abanderado un producto de la canasta básica: el huevo. De 20 a 30 pesos costaba un cono de dicho “artículo de consumo básico” hace unas semanas, precio que hoy no es sino un lejano y suspirante recuerdo al constatar que el costo del cono de huevo ha llegado a rebasar los 60 pesos. ¡El kilo de ciertos tipos de carnes resulta más barato! Se esgrimen diversas razones: la gripe aviar que orilló a realizar el sacrificio de cientos de miles y hasta millones de aves, con la esperanza de evitar la propagación de la enfermedad. Sin embargo, se habla más de la especulación y mal manejo que el Secretario de Economía, Bruno Ferrari, ha hecho de la situación, y que ha provocado, según el sentir de la opinión pública, que se disparase el precio de tan socorrido producto de la canasta básica de las millones de personas que habitan en este país. Así pues, un agravio más que se vincula a la incompetencia (o peor aún, a la avaricia) de la clase política deseosa de proteger ciertos intereses, aun cuando el resultado sea el encarecimiento de la vida.

La soberanía nacional también se ha visto mancillada. Aunque la afirmación puede sonar un tanto dramática y decimonónica, es un hecho que los elementos de las diversas agencias de seguridad e inteligencia del vecino país del norte llevan a cabo en suelo mexicano tareas que competen a este, y sólo a este gobierno y, lo peor, que en muchos casos se realizan sin el consentimiento y total aprobación de la administración en turno. Puede esgrimirse el asunto de la “cooperación” entre países, pero dicha cooperación debe quedar en el ámbito legal y económico. Por ejemplo, el endurecimiento de leyes en EUA que restrinjan la compra de armas de alto poder a cualquier ciudadano y, con ello, la reducción en las posibilidades de que tales instrumentos bélicos crucen la frontera para nutrir de mayor poder de fuego a las organizaciones criminales, que cuentan, gracias a la venta indiscriminada de armas al norte de la frontera, de verdaderos arsenales que darían envidia a cualquier corporación policiaca estatal y municipal. En el plano económico he de decir que no se vería con malos ojos el envío de dinero a México por parte del país donde residen los verdaderos causantes del narcotráfico: sus consumidores. Con esos recursos se podrían implementar diversos programas de combate a las adicciones, educación y fomento de empleos. Si nos metemos más al ámbito militar, sin duda beneficiaria a México la visita de oficiales estadounidenses que vengan a compartir sus experiencias en tácticas y estrategias de las que nuestros oficiales podrían aprender para que, si es necesario usar las armas (como en los últimos seis años), lo hagan con total y completa efectividad.

Y finalmente (aunque no por ello se acaban los agravios, la lista es larga), la frecuente y sistemática violación de los derechos humanos de miles de inocentes a manos de militares y policías, como resultado, precisamente, de la absurda guerra que inició la administración saliente sin pensar en los funestos resultados en materia económica, de número de víctimas, política (el PAN no tuvo ni oportunidad de ganar la elección presidencial debido al temor de que se continuaran sus prácticas) y, ya lo he mencionado, en materia de derechos humanos, en la que se produjo un atraso considerable, y por la que incluso, se demandó al presidente Felipe Calderón ante la Corte Internacional de La Haya (sin resultados, al menos hasta el momento).

Así pues, ¿cómo es que la sociedad se muestra tan impasible? ¿Cómo es posible que no haya alzado la voz (algunas se han escuchado, pero no las suficientes para hacer un cambio) para protestar ante los diversos abusos, agravios e ignominiosos insultos que el poder político asesta a la sociedad mexicana? Es algo sobre lo que espero poder hablar en una columna a futuro.

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