La Sana Distancia | Jorge Diaz. Nadie niega la importancia de tomar
en cuenta desde hoy y para siempre, el sentir de los jóvenes, sus necesidades y
su forma de concebir la realidad, su presente y su futuro. Pero la facilidad
con la que se desvirtúan (o pueden desvirtuarse) movimientos que aparentemente
nacieron de forma espontánea, sincera, fresca y hasta inocente, es triste.
No creo que hayan sido pocas las
voces que desde muchos sectores advirtieron el riesgo de la posible
infiltración, secuestro o manipulación (llámele como quiera), que quizá hoy
padecen los chavos del #YoSoy132, mismas que desoyeron, probablemente por la
naturaleza rebelde que caracteriza a las personas en esa edad, pero también
pudo haber sido por la necedad o por la puntualidad de una agenda, que sin
avisarlo, ya tenía fijado un interés en particular y de ser así, se puede
acusar de engaño.
En la manifestación que se llevó a
cabo frente a las instalaciones de Televisa a partir del Jueves 26 de Julio, se
dio parte en la prensa de la presencia; entre
otros, del CNTE, la unión de sindicatos independientes, el movimiento de Atenco
(con todo y machetes), etc.
Argumentos que justifiquen su
presencia habrá muchos, mismos que irían en línea directa con las razones de
López Obrador coincidentemente; sin embargo, y no obstante lo legítimas que
pueden ser las luchas que cada grupo ha protagonizado durante mucho tiempo, hay
cosas que para que permanezcan auténticas y gocen de apoyo popular para la
consecución de un fin muy noble, deben permanecer separadas.
Se dice hasta el cansancio que en
estas épocas dominadas por los medios de comunicación formales, informales y
alternativos, la percepción lo es todo. Tomando en cuenta lo anterior, y
confirmándolo con el hecho innegable del daño auto propinado a la imagen del
dos veces candidato a la presidencia de México, AMLO, con la acumulación de
muchos negativos al inicio de la campaña de 2012, por lo que fue interpretado
por los ciudadanos como una actitud rijosa, necia e intransigente aunque su
protagonista haya pensado genuinamente que su lucha era justa, la lección se
debió haber aprendido.
Pero parece que no se quiere. Los
integrantes del movimiento juvenil mandan señales que sea como sea, el pueblo
de México no recibe con gusto y si las verdaderas intenciones fueran las de
conseguir una mejor democracia, se explorarían otras vías, nuevas estrategias;
sin embargo, se empantanan más cada vez que salen a sus acostumbradas marchas y
protestas, haciéndose acompañar por quienes ya cuentan con una etiqueta que
jamás podrán quitarse de encima, por el contrario, se las endosan a su
movimiento.
En fin que de continuar por ese
camino el movimiento #YoSoy132 se perderá, se dejará engañar o siempre fue un
engaño.
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