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Una afirmación que no fue mencionada tanto por el director artístico de la ceremonia de apertura, Danny Boyle —director de cine y ganador del Oscar por Slum Dog Millionaire— pero que estuvo implícita en gran parte de su visión para la inauguración de la XXX edición de los Juegos Olímpicos.
La música fue el centro del espectáculo de 42.3 millones de dólares, un telón de fondo sonoro sin duda merecedor del despliegue de la Isla de las Maravillas, creando un ADN cultural casi tangible de lo que los organizadores sienten qué significa ser británico.
Desde la andrógina arrogancia de David Bowie (su éxito Heroes dio entrada al estadio al equipo de Gran Bretaña), hasta el funk lleno de drogas de los Happy Mondays...
Desde los surcos sonoros ondulantes de Back to Life de Soul II Soul hasta el ritmo estilo punk de Firestarter de The Prodigy; desde la petulancia de Satisfaction de los Stones, hasta el crudo y rebelde sonido de los Sex Pistols...>>>
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