La Sana Distancia | Jorge Diaz
“… a Laura”
Era el invierno 2009-2010. Mi casa se ubicaba en un pueblo cercano a la ciudad de Edimburgo, Escocia; a donde me dirigía esa mañana a trabajar, como siempre. Fue un milagro que los trenes funcionaran y mi coche pudiera circular por las calles, las nevadas no cesaban y la temperatura congelaba todo alrededor, 18 grados bajo cero. Normal.
Mientras manejaba rumbo a la estación donde dejaba mi coche para terminar el viaje hasta mi lugar de trabajo en tren, las noticias de la radio BBC Escocia habían terminado para dar paso a un programa de temas variados, en esa ocasión: “el conflicto de las cincuentonas, respecto de la preferencia de los hombres maduros sobre las jovencitas veinteañeras”, nada nuevo.
Por fin llegué a la estación, cerré el auto y faltaban dos minutos para que pasara mi tren, “tiempo suficiente para un cigarro” pensé, y lo prendí sin pensar. Fumé rápido como de costumbre y luego de dos minutos, llegó puntual el tren, como de costumbre.
El recorrido de ese punto a donde era mi trabajo es corto, tres estaciones. Por alguna razón y alejado de la responsabilidad de manejar, era repetitivo para mí el ir observando a la gente que caminaba por las calles rumbo a su trabajo y recordar, siempre, la frase de la canción “Eleaonor Rigby” de The Beatles:
“All the lonely people
where do they all come from?
All the lonely people
where do they all belong?”
where do they all come from?
All the lonely people
where do they all belong?”
El marco arquitectónico y la expresión de sus caras, era más que propicio para recordar la canción.
Justo antes de llegar a mi destino el tren bordeaba la parte baja de las praderas que rodean el emblemático castillo de Edimburgo, en ese momento sólo eran partes blancas de nieve y hielo y otras grises de tierra muerta. “Falta mucho tiempo para que los jardines se vuelvan a pintar de amarillo” pensé. En primavera, el efecto efímero que producen las flores del “daffodil”, hermosa planta de la que todos los países europeos se pelean su paternidad y que por tanto, nadie posee, llena a todos de alegría. Pero faltaba mucho para la primavera.
Fue en ese momento cuando recordé que ya había decidido regresar a México en el verano ¿temporalmente? ¿definitivamente? Quién sabe. Entonces me pregunté: ¿Cómo encontraré a México? ¿Igual? ¿Mejor? ¿Habrá cambiado en algo?
Y ahora estoy aquí… queriendo regresar.
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Bonita añoranza, gracias por compartirla.
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