Villa de Alvarez, ¿alcalde corrupto o solapador?

Agenda Política | Miguel Acosta


El alcalde de Villa de Alvarez, Colima, Enrique Monroy Sánchez, se ha dedicado a promover a su partido, el PAN, en el actual proceso electoral. Para ello ha usado todos los recursos posibles, desde los obvios de entregar apoyos a grupos clientelares, hasta uno que se ha vuelto su favorito: tirarse al faul y recurrir al golpe mediático contra otras autoridades, particularmente el gobernador Mario Anguiano Moreno.


Hace algunos días, Anguiano Moreno dijo que el alcalde interino de Villa de Alvarez no había cumplido con su responsabilidad y obligación de destituir al director de seguridad pública de ese municipio, tal como se exige que se haga con todos aquellos que no asan los exámenes de control y confianza. Por supuesto, el alcalde reaccionó como suele hacerlo: sin razón, pero tirándose al piso, rasgándose la ropa y llenándose el pelo de ceniza.

Pero lo que realmente es importante es que el alcalde interino de Villa de Álvarez, no intente salirse por peteneras, ni intente sustraerse de la parte que le toca en seguridad, pidiendo exámenes de confianza al gobernador, cuando debería asumir su responsabilidad a cabalidad y cumplir lo que marcan las disposiciones oficiales con quienes no pasan esos exámenes.

Tal como el gobernador señaló hace unos días, el director de Seguridad de Villa de Álvarez no aprobó el examen de confianza, y el alcalde Enrique Monroy dijo que lo destituirá, pero hasta hoy ello no ha ocurrido.

Cabe señalar que el mandatario pidió que el alcalde de Villa de Alvarez, “diga él si la normatividad no obliga que los titulares de las áreas de seguridad y todos los elementos deben pasar exámenes y si no hay una disposición que dice qué debe pasar con quienes no pasan los exámenes”. Fin de la cita.

Pregunto al alcalde de Villa de Alvarez, Colima, Enrique Monroy Sánchez: ¿es usted cómplice del director de Seguridad Pública de su municipio?, ¿es usted solapador de irregularidades y hechos deshonestos?

Si lo es, entiendo que se abstenga de cumplir con sus responsabilidades como alcalde, pero como habitante de Villa de Alvarez, exijo una respuesta pronta, directa y concreta.

El asunto es que los ciudadanos debemos saber qué clase de autoridad tenemos. Si una que ajusta sus actos a la ley, si cumple su mandato con estricto apego a lo que señalan los diversos ordenamientos, o a uno que piensa que puede hacer lo que se le de su regalada gana, al fin y al cabo es “SU” municipio, y de nadie más.

En este sentido, la afirmación del gobernador Mario Anguiano es contundente cuando dice que: “el problema de Villa de Álvarez es que no están cumpliendo con lo que marca la normatividad”.

Es evidente que el alcalde Villa de Alvarez, tal como ocurrió con los otros ocho alcaldes que tienen fuerzas de seguridad pública, les fueron entregados los resultados de los exámenes practicados a cada uno de los mandos de esas fuerzas y, como dijo el gobernador Mario Anguiano: “los tiene, los conoce y no hemos visto la disposición de parte de él, la que esperamos para que podamos realmente avanzar”.

Por todo esto, vuelvo a preguntarle al señor alcalde panista de Villa de Alvarez, Colima: ¿es usted un alcalde solapador, corrupto, que no le interesa cumplir con las leyes y las normas que rigen a todos?

Si lo es, dígalo, acéptelo. Si no lo es, demuéstrelo con el cese inmediato de quienes no pasaron los exámenes de confianza, lo que, en su caso, sería apenas el cumplimiento mínimo de su obligación como presidente municipal.

No hay caminos intermedios, ni vías alternas.

Usted tiene la palabra, señor Alcalde y no intente salirse por peteneras, como suele hacerlo.

Tres Comentarios al Margen

1. AMLO se declaró inocente: no sabe nada acerca de que miembros de su equipo de campaña se hayan reunido con empresarios para pedirles seis millones de dólares para su campaña. Potro asunto sería que hubiera confesado que sí, que los envío, que es lícito recibir recursos privados, siempre y cuando se registren como tales, pero eso sería otro Andrés Manuel, otra historia y otra campaña. Por lo pronto, parece que AMLO tiene graves problemas para asumirse como responsable de sus propios actos como candidato.

2. La mayoría de las propuestas hechas por los candidatos a presidentes municipales y diputados locales son dañinas para la salud, son spam, productos chatarra o como usted quiera llamarle, pero suelen estar fuera de todo orden, lógica y pertinencia. La mayoría de los candidatos no tiene la menor idea de lo que propone y como no van a ganar, pueden hacer cuánta propuesta quieran así se a no sólo irrelevante o ilegal. Por eso son bienvenidas las escasas propuestas lógicas, sensatas, plausibles.

3. Si tachamos las consignas como acto antidemocrático, deberíamos hacer lo mismo con las porras. El repetir alabanzas al candidato es tan democráticamente cuestionable como corearle maldiciones. Ambas cantilenas son vehemencia hermética que se hace oír por los decibeles que alcanza y no por los razonamientos que construye. Repetición irreflexiva e impetuosa de una simpleza. Que las porras y las consignas sean boberías, una violenta agresión al juicio literario no significa que sean irrelevantes o, peor aún, peligrosas. Que no alcancen estatura de argumento, que se satisfagan en la reiteración y en el ruido no quiere decir que sean ajenas a la vida democrática. El debate en democracia nunca será un pulcro intercambio de razones porque la política no es un territorio esterilizado donde rivalizan los silogismos en busca de la verdad. Toda política enciende entusiasmos y remueve abominaciones, genera esperanza y provoca temor. Al lado de los argumentos hay gritos; las razones no suprimen los prejuicios; la reflexión individual y las obsesiones colectivas se entrelazan y se confunden. Jesús Silva Herzog Márquez.

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