¿Trascenderá el movimiento #YoSoy132?

Claroscuros | Luis Ignacio Sánchez


Ayer se llevó a cabo la primera Asamblea General de estudiantes del movimiento que, identificado como un “hashtag” de Twitter, se conoce como #YoSoy132, en referencia a la solidaridad generada por la sociedad hacia la actuación de los 131 alumnos de la Universidad Iberoamericana, que prácticamente corrieron a Peña Nieto de dicha casa de estudios, y quienes posteriormente se defendieron —con bastante éxito— de las acusaciones que diversos priistas les lanzaron, tachándolos de porros, vendidos, etc.


Como resultado, se convocó a marchas para repudiar el cerco informativo a que está sujeto nuestro país, y para denunciar una serie de factores para no votar por el presidenciable priista, el gran consentido de las televisoras y mejor ejemplo de diversos casos de corrupción, impunidad y abuso de poder. Así, miles de jóvenes (en su mayoría) salieron a las calles y abarrotaron el Zócalo capitalino y el emblemático Paseo de la Reforma, mostrando hasta qué punto la inconformidad por la posibilidad de un candidato impuesto ha permeado en el colectivo social.

Sin embargo, este tipo de movilizaciones, que responden más a actos impulsivos que a un plan bien delineado y establecido, pueden perder su fuerza y capacidad de convocatoria si no se les encauza debidamente y se establecen objetivos y alcances claros. Conscientes de esto, los universitarios han tomado la batuta y convocado a la asamblea ya mencionada y, sobra decirlo, mucho son los retos a los que este movimiento se enfrenta. Entre ellos tenemos la forma de establecer una organización que sea incluyente, tolerante y apartidista. De igual forma, #YoSoy132 debe de buscar no perder y, en todo caso, aumentar la inercia inicial del movimiento, que corre el riesgo de perderse ante la inmensidad de objetivos y posibles proyectos. Un probable síntoma de esto último podría ser que si bien la asistencia a la asamblea que ayer se celebró en las islas de la UNAM (a tiro de piedra de emblemáticos lugares, como Rectoría, la Biblioteca Central y las facultades de Filosofía y Letras y la de Derecho) tuvo una amplia asistencia, esta no puede compararse con la cantidad de gente que asistió a la marcha AntiEPN aunque, desde luego, son eventos distintos y en un asamblea es preferible una cantidad menor de gente para beneficiar una buena organización la que, por cierto, tuvo diversas deficiencias.

Y ya que hablando de esto, hay que destacar la gran cantidad de representantes de diversas universidades nacionales y extranjeras que se dieron cita en dicha reunión. Voceros de las casas de estudios del norte, centro y sur del país saludaron con entusiasmo la oportunidad de verse, discutir y llegar a acuerdos que beneficien a la sociedad mexicana. Y aunque se dio cabida a que los asistentes (que como ya dije, no fueron pocos) dieran a conocer sus puntos de vista respecto a diversos asuntos en mesas temáticas, el hecho de decidir (¿Quién decidió, por cierto?) que lo discutido en dichas mesas no formaría parte alguna en las decisiones de la plenaria, es algo sin duda lamentable, ¿para qué entonces el trabajo de discutir sobre tal o cual tema?

Algo que no debe perderse de vista, ya que uno de los planteamientos “estelares” del movimiento es la “democratización” de los medios, es que las televisoras, quienes ya de por si tienen un tremendo poder económico y moral (esto último a través de los contenidos que deciden proyectar), puedan incrementar su poder político con la instauración de una llamada “telebancada”, es decir, de una serie de personas que accedan a puestos legislativos y que tengan fuertes vínculos con los poderes fácticos televisivos. Así lo han exhibido diarios como Reforma y La Jornada, en el sentido de que diversos personajes con profundas relaciones con las televisoras entrarían a fungir como senadores o diputados para la 62 Legislatura del Congreso. Para muestra basta un botón: postulados por el PRI para diputados podemos encontrar a Jorge Mendoza, vicepresidente de Información y Asuntos Públicos de Tv Azteca; Fernando Azcárraga López (si el apellido les suena, es porque es el primo del presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Jean); Enrique Cárdenas del Avellano, radiodifusor e hijo del ex gobernador de Tamaulipas, Enrique Cárdenas González, y el conductor de Tv Azteca Raúl Osorio Alonso, por la alianza PRI-PVEM (fuente).

Evidentemente los anteriores no son los únicos personajes con claros compromisos “televisivos”, y que ya en el recinto legislativo votarían por la aprobación de leyes que favorecieran los intereses de esos poderes fácticos, y se opondrían a aquellas reformas contrarias al crecimiento voraz de esos entes mediáticos.

Así pues, mucho trabajo resta al movimiento #YoSoy132, desde unificarse, no dejar voces fuera y permanecer fuerte, hasta hacer frente a retos que, ya desde ahora, se antojan más que difíciles, como el peso de una “telebancada” en el Congreso que bloquee legalmente las acciones de los jóvenes estudiantes.

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