Alquedrez | Antonio Quiroz
Así como lo señaló Octavio paz en “El Laberinto de la soledad” o, para los que no lo hemos leído, RIUS en “500 años Fregados pero Cristianos” el mexicano promedio es astuto, abusivo, taimado, irresponsable, envidioso, mentiroso, vividor, valemadrista y desconfiado, y esto no es de extrañarse de un pueblo con un pasado tan doloroso como lo es el mexicano; un pueblo que se deriva de las violaciones masivas de indígenas por parte de los “soldados” (que en realidad era la escoria española salida de las cárceles de ese entonces), un pueblo cuyo pasado prehispánico fue quemado por monjes que sostenían que aquellos escritos y aquellas civilizaciones eran del diablo;
¿cómo puede ser diferente nuestra sociedad actual cuando los héroes que iniciaron la insurrección social que derivaría en la independencia de México fueron asesinados o fusilados en algún momento, la mayoría siendo acusados de traición a la patria?, ¿qué se puede esperar de los que ayer fuimos arrebatados de la mitad de su territorio por una nación más pequeña, pero infinitamente más organizada llamada Estados Unidos de América?, ¿cómo pedirle más a un país que a pesar de haberse defendido ferozmente de las invasiones francesas al final terminaría siendo vendido por los que se dijeron y se dicen sus representantes?, sería injusto ser estricto con la patria cuya revolución giró alrededor de los intereses estadounidenses y que se tornó en un baño de sangre lleno de traiciones resultando en una constitución que hoy en día es letra muerta y en un partido que lejos de sostener los pocos ideales que dejó aquella revuelta se preocupa por intereses propios y de unos pocos millonarios (muchos de ellos extranjeros), sin embargo…dejando de lado todo lo anterior ¿Cómo desear algo más de los que viven aferrados a la Historia?, ¿por qué tener la esperanza de un futuro mejor cuando los mexicanos no podemos dejar de mirar el pasado?...
“¡Malditos españoles!” grita el niño, no en náhuatl, sino en la misma lengua que trajeron aquellos invasores objeto de su odio.
“¡Españoles hijos de puta!” grita todo un pueblo que coexiste en un espacio geográfico, que al fin de cuentas es herencia directa el periodo colonial.
“Ojalá nunca hubieran llegado” suspiran algunos dirigiéndose a la iglesia para la misa de 8.
Todos en este mundo somos el producto de una gigantesca ecuación llamada circunstancia, ecuación que puede ser alterada de una manera inesperada por cualquier evento que a simple vista sería completamente insignificante; quién sabe que hubiera pasado si el barco en el que viajaba Hernán Cortez se hubiera retrasado 2 días, o si no hubiera conocido a la Malinche, es interesante ponerse a pensar como estaríamos ahora si aquella oveja que cuidaba el joven Benito Juárez no hubiera escapado y por lo tanto no hubiera tenido que irse para evitar los regaños de su tío Bernandino (suponiendo que ese mito sea verdad).
Los mexicanos al fin y al cabo también somos resultado de eventos específicos que si no hubieran ocurrido exactamente como lo hicieron no estaríamos aquí; probablemente no existiría este intento de artículo ni tampoco usted lo estaría leyendo. Por lo tanto resulta tonto lamentarnos de un pasado que no se puede cambiar, y mucho menos si uno está feliz con su existencia…
Se dice mucho de los mexicanos, se dice que somos todo lo descrito al principio de este texto (astutos, abusivos, taimados, irresponsables, envidiosos, mentirosos, vividores, valemadristas y desconfiados) y es por todo eso que somos propensos a que nos roben, a que no hagan fraudes (no sólo electorales), en fin, a que abusen de nosotros; es doloroso decirlo pero somos un pueblo desorganizado y miedoso, necesitamos que alguien este enfrente de nosotros para poder sentirnos medio seguros; necesitamos que un peje o un Cuauhtémoc se suban a un pódium para que, en medio de multitudes enormes podamos gritar lo que opinamos de los ya 11 años de PAN o los 70 años del PRI en el gobierno. Esto puede ser peligroso si esa figura heroica algún día se desvanece, ya sea por esperar demasiado de él o por esperar algo de él, como sucedió con Fox en el 2000; ¿qué pasó con la gente que confiaba en aquella promesa de cambio?, al parecer la mayoría sólo se perdió entre otras multitudes, o en los peores casos sólo siguieron en la misma.
Un país como México es ideal para que los Salinas de Gortari del mundo vengan apostando a nuestra pasividad, pero más aún a nuestra poca preparación para hablar no como multitudes, sino como individuos.
De esta forma hoy por hoy nuestro reto como nación, antes que preocuparse por todo el alboroto politiquero, es superar los traumas que nos ha dejado la Historia; tal vez tengamos una excusa para ser como somos, pero eso no significa en ningún momento que debamos seguir así… Si bien dijo Jorge Santayana que "Quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo", es igual de cierto que sólo los que puedan superar el pasado tendrán un futuro:
Somos el resultado de la violación de mujeres indígenas por parte de dizque soldados españoles, de la misma manera que en nuestra Historia hay una etapa llamada colonia en la que hubo esclavitud y discriminación hacia los que se consideraban inferiores según su color de piel, nuestra independencia fue ideada por algunos y firmada por otros muy diferentes (a los que poco les importaba el bienestar de los habitantes de la nueva nación) y los que nos muestran como héroes fueron asesinados y fusilados, irónicamente por delitos contra la patria, nuestro territorio fue violado por una nación en ese entonces más pequeña pero mucho mejor organizada, se defendió heroicamente el país contra la invasión francesa aunque décadas después un general traidor que se convirtió en dictador pusiera a la venta nuestros recursos y territorio, nuestra revolución se convirtió en un charco de sangre y una serie de traiciones y, al igual que nuestra independencia, fue iniciado por algunos y firmada por otros muy diferentes (a los que poco les importaba el bienestar del país y de sus habitantes), el resultado de aquella revuelta fue un constitución, con los pocos ideales que sobrevivieron, y que hoy en día es letra muerta, además de un montón de generales corruptos que después crearían el PRN y que hoy en día es el PRI, que es culpable de asesinatos y matanzas; hoy en día hay crisis en seguridad, en economía y en la política, gracias a un pelele con título de presidente…ese es nuestro pasado y un poco de nuestro presente y no tenemos por qué bajar la cabeza al contarlo, somos lo que somos gracias a todo lo que pasó y no podemos hacer nada, aunque lo que seremos…está en nuestras manos.
La pregunta crucial aquí es; ¿somos capaces de superar nuestros traumas históricos (y personales) para darle un giro a nuestro país o simplemente hay que esperar a que el próximo mesías llegue?
“¡Malditos españoles!” grita el niño, no en náhuatl, sino en la misma lengua que trajeron aquellos invasores objeto de su odio.
“¡Españoles hijos de puta!” grita todo un pueblo que coexiste en un espacio geográfico, que al fin de cuentas es herencia directa el periodo colonial.
“Ojalá nunca hubieran llegado” suspiran algunos dirigiéndose a la iglesia para la misa de 8.
Todos en este mundo somos el producto de una gigantesca ecuación llamada circunstancia, ecuación que puede ser alterada de una manera inesperada por cualquier evento que a simple vista sería completamente insignificante; quién sabe que hubiera pasado si el barco en el que viajaba Hernán Cortez se hubiera retrasado 2 días, o si no hubiera conocido a la Malinche, es interesante ponerse a pensar como estaríamos ahora si aquella oveja que cuidaba el joven Benito Juárez no hubiera escapado y por lo tanto no hubiera tenido que irse para evitar los regaños de su tío Bernandino (suponiendo que ese mito sea verdad).
Los mexicanos al fin y al cabo también somos resultado de eventos específicos que si no hubieran ocurrido exactamente como lo hicieron no estaríamos aquí; probablemente no existiría este intento de artículo ni tampoco usted lo estaría leyendo. Por lo tanto resulta tonto lamentarnos de un pasado que no se puede cambiar, y mucho menos si uno está feliz con su existencia…
Se dice mucho de los mexicanos, se dice que somos todo lo descrito al principio de este texto (astutos, abusivos, taimados, irresponsables, envidiosos, mentirosos, vividores, valemadristas y desconfiados) y es por todo eso que somos propensos a que nos roben, a que no hagan fraudes (no sólo electorales), en fin, a que abusen de nosotros; es doloroso decirlo pero somos un pueblo desorganizado y miedoso, necesitamos que alguien este enfrente de nosotros para poder sentirnos medio seguros; necesitamos que un peje o un Cuauhtémoc se suban a un pódium para que, en medio de multitudes enormes podamos gritar lo que opinamos de los ya 11 años de PAN o los 70 años del PRI en el gobierno. Esto puede ser peligroso si esa figura heroica algún día se desvanece, ya sea por esperar demasiado de él o por esperar algo de él, como sucedió con Fox en el 2000; ¿qué pasó con la gente que confiaba en aquella promesa de cambio?, al parecer la mayoría sólo se perdió entre otras multitudes, o en los peores casos sólo siguieron en la misma.
Un país como México es ideal para que los Salinas de Gortari del mundo vengan apostando a nuestra pasividad, pero más aún a nuestra poca preparación para hablar no como multitudes, sino como individuos.
De esta forma hoy por hoy nuestro reto como nación, antes que preocuparse por todo el alboroto politiquero, es superar los traumas que nos ha dejado la Historia; tal vez tengamos una excusa para ser como somos, pero eso no significa en ningún momento que debamos seguir así… Si bien dijo Jorge Santayana que "Quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo", es igual de cierto que sólo los que puedan superar el pasado tendrán un futuro:
Somos el resultado de la violación de mujeres indígenas por parte de dizque soldados españoles, de la misma manera que en nuestra Historia hay una etapa llamada colonia en la que hubo esclavitud y discriminación hacia los que se consideraban inferiores según su color de piel, nuestra independencia fue ideada por algunos y firmada por otros muy diferentes (a los que poco les importaba el bienestar de los habitantes de la nueva nación) y los que nos muestran como héroes fueron asesinados y fusilados, irónicamente por delitos contra la patria, nuestro territorio fue violado por una nación en ese entonces más pequeña pero mucho mejor organizada, se defendió heroicamente el país contra la invasión francesa aunque décadas después un general traidor que se convirtió en dictador pusiera a la venta nuestros recursos y territorio, nuestra revolución se convirtió en un charco de sangre y una serie de traiciones y, al igual que nuestra independencia, fue iniciado por algunos y firmada por otros muy diferentes (a los que poco les importaba el bienestar del país y de sus habitantes), el resultado de aquella revuelta fue un constitución, con los pocos ideales que sobrevivieron, y que hoy en día es letra muerta, además de un montón de generales corruptos que después crearían el PRN y que hoy en día es el PRI, que es culpable de asesinatos y matanzas; hoy en día hay crisis en seguridad, en economía y en la política, gracias a un pelele con título de presidente…ese es nuestro pasado y un poco de nuestro presente y no tenemos por qué bajar la cabeza al contarlo, somos lo que somos gracias a todo lo que pasó y no podemos hacer nada, aunque lo que seremos…está en nuestras manos.
La pregunta crucial aquí es; ¿somos capaces de superar nuestros traumas históricos (y personales) para darle un giro a nuestro país o simplemente hay que esperar a que el próximo mesías llegue?
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