México en el Centro | Alejandro Toral
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El combate al crimen organizado ha
sido una de las premisas de los países latinoamericanos desde los años 80, pero
con mayor fuerza a partir del 2001, provocando aumento en la violencia y el
crimen en la región andina, Centroamérica y México. Ante este panorama, se ha
planteado una alternativa para acabar con el mal, evitando la criminalización
de los procesos productivos y la militarización. La posible solución es la
legalización de las drogas promovida por los ex Presidentes de México, Brasil y
Colombia; sumándose los mandatarios de Guatemala, El Salvador y Costa Rica, rumbo
a la Cumbre de las Américas; con el apoyo de su homólogo colombiano.
La legalización de las drogas es un
tema muy polémico, en específico la más solicitada: la marihuana, la cual se
presume tiene efectos medicinales. En cambio, sus opositores argumentan que el
uso libre de esta droga destruiría a la sociedad, provocando además un gran
aumento en el consumo, lo cual sería falso, porque en Holanda, España y
Portugal, donde han sido legalizadas, este se ha mantenido o ha descendido.
Otro de los beneficios de la
legalización es que el gobierno regularía los mercados clandestinos actuales,
además de administrar la exportación y producción de la marihuana. Los ahora
llamados narcomenudistas ya no serían criminales, convirtiéndose el consumo en
exceso en problema de salud pública, como el tabaquismo y el alcoholismo, como
ejemplo, este último provoca 2.3 millones de muertes cuando la marihuana no se
tiene documentada ninguna.
Si bien la prohibición y las
estrategias militares han aumentado el número de muertos sin lograr reducir el
consumo, se debería entender que al legalizar las drogas solo se afectaría al narcotráfico
que solo es una rama del crimen organizado, el cual también se expresa con el
tráfico de personas, la trata de blancas, el secuestro, la extorsión, la
piratería, el lavado de dinero y el trasiego de armas, entre otros.
Otro argumento a favor de la
legalización es que a los narcotraficantes se les eliminará su fuente de
ingresos más importante evitando la compra de armas en EUA para proteger su
negocio, sin embargo perfeccionarían o encontrarían mayores fuentes de
financiamiento en sus actividades mencionadas anteriormente, los cuales les
pueden compensar la baja en ingresos; sin contar, que de solo legalizada la
marihuana, pueden tomar dinero también de la venta de cocaína, heroína y demás
drogas sintéticas rentables en el mercado estadounidense y local.
La legalización de la marihuana no
reduciría la violencia causada por el Crimen Organizado, pero es necesaria porque
así se dejaría de criminalizar la pobreza, debido a que generalmente los
narcomenudistas o los que cultivan la hoja de coca y la marihuana son gente de
escasos recursos los cuales no hayan oportunidades de empleo o tienen ingresos
muy bajos aunado a la baja inversión en el campo. De esta manera se reduciría
también el hacinamiento en las cárceles que significa otro problema de
seguridad (Fuente).
No obstante, este panorama estaría completo con la modernización de los
sistemas de salud, de prevención y de educación en la sociedad sobre los
riesgos que existan al consumir las drogas legalizadas.
Finalmente ¿Cuál sería la solución
para erradicar la violencia creada por el Crimen Organizado? Sin duda es la
presencia más activa del gobierno en las comunidades, no con policías ni
militares, sino con infraestructura, salud, educación y empleos con salarios
que alcancen, al menos, para comprar los productos de la canasta básica, junto
con las necesidades básicas de la gente; provocando en la sociedad una sinergia
para adherirse a empleos formales y no vivir en la clandestinidad. De esta
manera, se cortaría el ingreso de personas a las filas del crimen siendo más
fácil controlarlo.
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