Enjuiciar o no enjuiciar

La Sana Distancia | Jorge Diaz

La espiral de violencia sigue dando vueltas sin fin en nuestro país, nos parecerán muy largos los meses que faltan para que el Gobierno Federal se renueve (¿recicle?), ¿Quiénes serán los nuevos? Quien sabe. ¿Mejores o peores? Nadie lo puede saber. ¿Acabarán con la violencia que se agudizó en este sexenio gracias a las acciones de gobernantes novatos? Esa es la gran incógnita.

Ninguno de los aspirantes define firmemente su postura frente al gran problema, dudo que lo vayan a hacer por el riesgo que corren, no sólo sus campañas, sino su propia vida. Tal parece que no hay intención por parte de los grupos criminales de cerrar los frentes que le han venido abriendo a Calderón desde que les declaró la guerra, ni siquiera para enviar señales a los aspirantes a la presidencia y a los ciudadanos. No hay tregua.

Es evidente que no le darán descanso a Calderón. Si él no piensa en una estrategia mejor de aquí a que se vaya, el saldo de muertos será enorme, los resultados de esta guerra absolutamente negativos; y sus seis años, un total desperdicio para los que aspirábamos un mejor presente.

Por lo visto, lo único que interesa al Presidente es no dar su brazo a torcer, la voz de los mexicanos la echó al retrete desde hace mucho. Las denuncias que se han levantado en su contra en el extranjero, deben servir para que al interior del país se hable seriamente sobre la necesidad de pedir cuentas a cualquier gobernante.

Una amable lectora me preguntaba si se le debe abrir juicio a Calderón en México, creo que es hora de pedirle a las mentes preclaras de nuestro querido país que disciernan sobre el tema y arrojen luz.

La molestia de muchos mexicanos está en un punto casi de quiebre, si no se le da causa a sus exigencias, las consecuencias pueden ser peores de las que habría, si de una vez por todas se da el paso necesario para poner orden entre los actores que manejan los destinos del país; que obtienen un sueldo y demasiados beneficios a costa del dinero de todos nosotros, y que cínicamente se la pasan haciendo lo que quieren en beneficio de unos cuantos desoyendo el clamor popular.


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