Agréguele
otra raya al tigre, ahora una polémica propuesta sobre formar un Gobierno de
coalición con el argumento de qué es lo que México necesita para curar todos sus
males, irrumpe en la escena político-nacional y los medios de comunicación.
Supongo
que hay intereses específicos para soltar este tipo de propuestas, por ejemplo,
inquietar a quienes ya se sienten seguros de tener un escenario a modo para las
próximas elecciones presidenciales, puesto que figuras prominentes y otras no
tanto, le han entrado a las declaraciones.
Inclusive
el Gobierno de Felipe Calderón, en la figura del Secretario Blake, se sumó al
concierto de voces que opinan, unos para aportar y otros, sólo para confundir o
politizar el tema. Es importante apuntar, que quienes precisamente se perfilan
como los punteros de la contienda electoral de 2012, son los que se oponen a
tal propuesta. En algo se trastocan sus planes para reaccionar así.
Sin
embargo, y lejos de la discusión para pretender concluir si un Gobierno de
coalición es bueno o malo para nuestro país, las reacciones que para tal efecto
se han vertido, me llevan a la reflexión
de que en realidad es inútil tratar de llegar a algo así, mientras sigan ahí
los políticos que actualmente tenemos.
Cómo
esperar que un Gobierno de coalición comprometa, a los políticos que todos
conocemos, a tomar las decisiones que mejor convengan a nuestro país sin que en
realidad esto se convierta en lo que de alguna manera ya es (pero en todo caso,
sería de manera legítima), una complicidad entre los que tendrían la última
palabra a favor de intereses personales y de grupo.
De
todas formas, conociendo la postura de Peña Nieto, en la voz del casi ex
presidente del PRI, Moreira y la de López Obrador desde los Estados Unidos,
creo que esta iniciativa no transitará.
Mientras
no contemos con mecanismos adecuados para la rendición de cuentas y una
autoridad que pese más que cualquier cosa en nuestra atmósfera, con políticos
profesionales, responsables, maduros y honestos en las esferas partidistas y de
Gobierno, no habrá iniciativa por noble que sea, que sirva para remediar
nuestros males crónicos.
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