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Recientemente, aspirantes a la
candidatura para la Presidencia del país, por los tres partidos principales,
han mostrado su interés de dar un paso hacia adelante en la conformación de la
democracia mexicana, aún en transición, incluyendo la figura de los gobiernos
de coalición en la Constitución. Podría sonar impactante el término, pero
¿Qué significan los gobiernos de coalición?
Según el Diccionario
Crítico de Ciencias Sociales se comenta que los gobiernos de coalición
son aquellos que se reparten los puestos del gabinete presidencial entre dos o
más partidos, se pueden dividir en tres tipos: los gobiernos de unidad
nacional, de coalición previo a la fusión de partidos integrantes y de poder
compartido. Una recomendación que surge es que los partidos compitan
electoralmente y después definan sus coaliciones en gobierno. En resumen, los
gobiernos de coalición tienen la característica de crear un sistema
multipartidista en las elecciones para uno bipartidista en el gobierno.
Santiago Creel, aspirante a la
candidatura del PAN, llamó a conformar gobiernos de coalición para “derrumbar
completamente” los vestigios del autoritarismo en un nuevo régimen y lograr
mayor eficiencia en los congresos divididos, existentes desde 1997; mismos que,
según él, han paralizado la publicación de reformas que México necesita. Él
coincide en realizar elecciones libres, para una vez dentro del gobierno formar
las coaliciones del sexenio en los Poderes Legislativo y Ejecutivo, mediante el
reparto del gabinete y la agenda legislativa.
Manlio Fabio Beltrones, aspirante a la
candidatura por el PRI, intenta aumentar su popularidad sin dañar a Peña Nieto
estando parcialmente de acuerdo en conformar los gobiernos de coalición. El
priísta comenta que se deben invitar a trabajar los mejores profesionistas en
el gabinete sin importar su militancia partidista, con el fin de evitar
cacicazgos y clientelismos. Beltrones concluyó confesando que Felipe calderón
propuso al PRI un gobierno de coalición en 2006 ante la situación polarizada
del país.
Finalmente, Marcelo Ebrard,
precandidato del PRD, ha comentado que México debería divorciarse del sistema
presidencialista autoritario heredado del PRI y transitar hacia un modelo
semipresidencialista, o aún mejor, parlamentario; sin embargo, el Jefe de
Gobierno apoya que un paso adelante sería la formación de gobiernos de coalición,
porque esta “es la única manera de resolver los problemas que tiene el país”.
Los grandes opositores a estos
gobiernos de coalición son Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. El
primero comenta que se debe discutir la propuesta en los foros políticos que se
han organizado, aunque prefiere llevar a cabo otros métodos con el fin de
lograr mayoría en las Cámaras. Por otro lado, López Obrador rechaza
tajantemente los gobiernos de coalición porque asegura que el sistema ya está
podrido y sería incoherente aliarse con “la mafia del poder”.
Los gobiernos de coalición,
seguramente, significarían un gran avance, mas no la cura a todos los males,
para destrabar la actividad legislativa y mejorar la calidad democrática, en
transición, que se vive en México. No obstante, la herencia autoritaria que
tiene el pais desde el inicio de su vida independiente crea la inviabilidad a
la conformación de gobiernos de coalición con partidos responsables que acaten
las normas y reglas de tal unión, o que no busquen sus beneficios partidistas
individuales.
Actualmente en el país existen los
gobiernos de coalición en Puebla, Oaxaca y Sinaloa, donde se aliaron PAN-PRD
con el fin de romper la tradición de gobierno del PRI en esas entidades. La
propuesta es maravillosa, pero mientras que en los últimos dos aún no se
perciben los beneficios de esas alianzas, en Puebla la alianza ha sido
completamente disuelta en el Congreso local.
Los gobiernos de coalición y las
alianzas electorales solamente sirven para ganar sufragios pero no para
gobernar. Los partidos políticos en México no tienen la capacidad de compartir
el poder sin cacicazgos o cuotas de por medio. Sin embargo considero
indispensable que se hagan las reformas para transitar hacia un sistema semi
presidencialista, porque solamente así los partidos opositores tendrán una real
participación, si así lo desean, como real contrapeso ante un posible
Presidente autoritario que viene en camino hacia el 2012.
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