Claroscuros | Luis Ignacio Sánchez
El día de ayer el ex embajador de Estados Unidos en México, Jeffrey Davidow, declaró en el marco del Foro México, Cumbre de Negocios, llevado a cabo en la ciudad de Querétaro, que sería bueno para su reputación internacional, que México enviase contingentes militares a misiones auspiciadas por la Organización de Naciones Unidas, pues otros países de América Latina, como Brasil, ya han asumido este tipo de acciones que han resultado en un mejoramiento en la percepción de su liderazgo a escala internacional, por lo cual ha podido elevar su perfil a escala mundial y ampliar los horizontes de su economía.
Pero, ¿realmente beneficiaria a México el hecho de enviar tropas a misiones de mantenimiento de paz de la ONU? Al menos en el plano económico a corto plazo no parece ser que la propuesta de Davidow pudiera arrojar buenos resultados. Sin embargo, si el envío de efectivos mexicanos a misiones internacionales puede ayudar a hacer que el reconocimiento internacional repunte, entonces es algo que debería considerarse, pues la reputación del país en asuntos de política exterior ha sufrido una seria devaluación en los últimos años.
Del “hermano mayor” que los países latinoamericanos llegaron a ver en México desde finales del siglo XIX, hoy no parece quedar más que una muy diluida sombra. Pongamos ejemplos: Durante los años que gobernó el general Porfirio Díaz, México llevó a cabo una política exterior fuerte y cimentada en la defensa de su soberanía y de sus derechos basados en tratados internacionales. Reclamó con autoridad y energía cuando se vulneró la legalidad bilateral, y se mantuvo firme frente a los deseos e intereses del gobierno estadounidense precisamente cuando se encontraba en una nueva etapa de apogeo la Doctrina Monroe (America for the americans, que debería traducirse como América para los estadounidenses), posición que, por su debilidad, los demás países al sur de México no podían presumir.
La Revolución Mexicana fue también otro evento que elevó los bonos del país ante nuestros vecinos del sur, pues dicho acontecimiento fue el inicio de los movimientos sociales del continente. A lo anterior hay que agregar el apoyo de los gobiernos posrevolucionarios a diversos movimientos centro y latinoamericanos tendientes a sacudirse el yugo de gobiernos dictatoriales, como el de Guatemala en 1915 y el de Venezuela en 1923, siendo el más emblemático y mejor conocido el de Cuba en 1959, cuyos líderes pasaron meses e incluso años en nuestro país preparando el movimiento.
Este liderazgo se fue diluyendo poco a poco a partir de mediados del siglo XX hasta llegar a los escándalos sobre la violación de la soberanía mexicana que pueden leerse en los diarios hoy en día, por lo que tratar de reactivar los bonos de la reputación nacional en el exterior no parece mala idea, y menos aun cuando la forma que propuso el ex embajador Davidow fortalecería a los fuerzas armadas mexicanas, quienes también han sufrido cierto descrédito por su actuación ante el actual problema de inseguridad que vive México.
De esta forma, no sólo se estaría incluyendo a México como uno de los actores de peso en las vicisitudes internacionales, sino que también se estaría dotando de preparación y experiencia a la tropa y oficialidad del ejército mexicano, institución bien conocida por su tradicional cerrazón que podría beneficiarse del cúmulo de conocimientos en cuanto armamento y tácticas no sólo para hacer la guerra, sino también para el mantenimiento de la paz en núcleos urbanos, en los cuales es necesario el sostén del orden, pero sin la sistemática violación de garantías individuales, frecuente delito del que se acusan a los miembros de nuestro ejército.
Así las cosas, pienso que el gobierno mexicano debería de ponderar seriamente la posibilidad de la que habló en el Foro México el ex embajador Davidow, toda vez que beneficiaría al país en sus estatus internacional, así como en la preparación de sus tropas en ambientes hostiles reales, lo que podría fortalecer a su vez la seguridad interna y mejorar las condiciones (a mediano y largo plazo, desde luego) para hacer negocios en México, lo que indudablemente aumentaría la inversión en nuestro país.
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No comparto la idea del columnista, la experiencia nos indica, que dichas fuerzas internacionales, las más de las veces, juegan el papel de alfiles en los intereses de las potencias, y contraría, la política internacional de nuestro País, en cuanto el respeto al derecho de autodeterminación y soberanía de los Pueblos. Y en lo que respecta a la violación de los derechos Fundamentales (lease: Garantías Individuales), no se evitarán, mientras no actúen en un marco jurídico, que respalden su quehacer bélico, en circunstancias para lo que no están preparados.
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