De
acuerdo con lo confirmado por el Instituto Federal Electoral, hoy viernes 7 de
octubre iniciará el proceso para elegir al próximo Presidente de la República y
a los miembros del Congreso de la Unión.
El
escenario para los aspirantes a ocupar el puesto de Presidente, es un México
distraído de lo fundamental, entrampado en una guerra que no se va a ganar, sometido
a unos cuantos privilegiados y ahogado en una corrupción de la que todos somos
cómplices y lubrica la ineficiente operación de un Gobierno construido de la
manera en que está, desde el final de la Revolución.
Es
preciso aclarar, que si bien es cierto que la mayor parte de las Instituciones
que tenemos y que operan de manera obsoleta e ineficiente han sido heredadas
del régimen anterior, las administraciones panistas que llegaron con todas las
expectativas de solucionar este problema por parte de los ciudadanos, ha
fallado.
Sería
mucho pedir a quienes lleguen al final de la carrera obteniendo la candidatura
de sus respectivos partidos, se comporte de manera responsable al hacer campaña
y por supuesto, al llegar a ser el elegido. Es por demás obvia, la escuela
política y la mentalidad nefasta de muchos de los que aspiran a ser el máximo
mandatario de la nación, con honrosas excepciones.
Pero
a quien sí se le puede pedir que actúe de forma responsable y seria, es al
elector. Habrá muchas tentaciones, manipulación de la información, intentos por
desviar la atención, ataques sucios, mentiras o promesas imposibles de cumplir,
que para el caso es lo mismo, etc.
Habrá
de chile, de dulce y de manteca. El escenario para el elector es el de la
confusión, medios de comunicación hablando bien de uno y mal de otro, políticos
con mala fama en papel de humildes ovejas, grupos de poder sin escrúpulos
actuando en la sombra, organizaciones sindicales presionando a sus agremiados y
una buena cantidad de voces opinando con o sin fundamento.
Es
importante razonar sobre candidato e Instituto que lo respalda, evaluar la
oferta, viabilidad del proyecto de nación que proponen, recordar el pasado, el
inmediato y el lejano, el prestigio, la coherencia, la experiencia de gobierno,
las credenciales académicas, los logros reales, la honestidad probada, los
círculos que los rodean y un largo etcétera que tiene que ver principalmente,
con la manera en que el pueblo quiere proyectar su adultez y no dejarle, como
hasta ahora, todos los hilos al gremio político.
Nada
fácil la tarea, lo sé, pero algún día tenemos que empezar. Seguro alguien dirá:
cómo valorar todo lo anterior con personajes como los que se anticipa, serán
los candidatos; yo respondería, pues hasta aquí hemos llegado en parte por
culpa nuestra y aquí estaremos hasta que nos decidamos a cambiar. Por lo
pronto, eso es lo que hay y por lo menos, hay que escoger al menos peor.
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