Derivado
del anuncio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), donde por cierto, nos colocan en los vergonzosos últimos sitios en lo
que respecta a educación y seguridad, saltó a mi vista un rubro en el que
también estamos muy por debajo, diría yo, de lo humano.
El
rubro al que me refiero es al de la compaginación de la vida laboral y privada,
entiéndase lo anterior, a la posibilidad que tiene cualquier persona a
disfrutar de tiempos balanceados y con ello, darle suficiente peso al tiempo
libre, para disfrutar con amigos, familia, pareja o como cada quien prefiera.
En
países como el Reino Unido, existe por ley un derecho llamado “equilibrio
vida-trabajo” al que se acogen los trabajadores de cualquier empresa cuando de
manera justificada pueden demostrar que su trabajo absorbe más tiempo del que
ellos están dispuestos a otorgarle a sus responsabilidades laborales, o bien,
al que de acuerdo a los mismos criterios de esa ley, rebasa las capacidades del
trabajador. Se ajustan las horas de obligación laboral, se firma un acuerdo y
el trabajador comienza a disfrutar más de su vida privada.
Asimismo;
existen otros derechos que anteriormente eran exclusivos de la mujer y que poco
a poco han conquistado los hombres, como el derecho a la paternidad; cuando
ocurre el nacimiento de sus hijos, pueden tomarse un tiempo razonable para
dedicarle a los recién nacidos, compañía de calidad.
Su intento es acercarse, en la medida de lo posible, al justo medio de lo que la vida moderna exige a individuos, familia, empresarios y Gobierno. No es un mecanismo perfecto, pero intentan acercarse a lo más justo posible para todos.
Regresando
a México, sería interminable señalar ejemplos sobre las condiciones injustas a
las que empresarios -con la permisividad del Gobierno- someten a los
trabajadores, por lo que aspirar a un equilibrio de tiempo entre labores y vida
privada, sería un sueño.
Basta
con salir a la calle para ver a personas con gran necesidad, cargando sobre sus
hombros pesada publicidad de importantes compañías, o bien caminando dentro de
grandes pelotas de plástico decoradas con “slogans” de aerolíneas y otros
productos, en un calor sofocante, condiciones por demás indeseables.
Qué
decir de los trabajos con “horas de entrada pero no de salida” en las oficinas,
disponiendo del empleado como un esclavo de la era moderna, todo en nombre de
los resultados y el crecimiento de la empresa, misma que cuando no le conviene,
se deshace del trabajador sin miramiento alguno y sin considerar todo lo que
dispuso de la vida de éste, mientras servía a sus intereses.
Sí
adivinó el lector, son esas empresas las que se dicen comprometidas con el desarrollo
del país, del individuo, el cuidado al medio ambiente, la educación, etc. Dónde
han estado Gobierno y organizaciones sindicales todo este tiempo, para llevarnos
a la humillante nota de 3.3 en la compaginación de la vida laboral y privada.
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