Arrimones







No cabe duda, el Presidente Calderón, en plena campaña para su propia sucesión, se ha dedicado últimamente a darle sus arrimones al PRI. Refresca en la memoria del mexicano, lo que las administraciones tricolores fueron y así se la va a llevar.

Que no se digan sorprendidos los panistas y se hagan los inocentes, lo que primero declaró Calderón en el New York Times, diciendo que “probablemente” algunos priistas tenían la intención de pactar con el crimen organizado y que algunos “quizá” así lo hicieron en el pasado, llevaba toda la malicia de un político experimentado.

Toda vez que los periódicos en México y Estados Unidos mordieron el anzuelo, la polémica se desató, los encabezados sentenciaron y se cumplió el objetivo de dicha entrevista; después, políticos azules e intelectuales afines salieron a justificar lo dicho por el mandatario, pero el daño ya estaba hecho.

Ahora en San Cristóbal de las Casas, Chiapas,  arremetió de nuevo con sus declaraciones, al recordar el movimiento indígena surgido en Chiapas en 1994, donde afirmó que éste fue un reflejo de las circunstancias de marginación y desigualdad en que vivieron durante siglos. Aclaremos, el Presidente no quiere que recordemos con rencor las épocas de la conquista.

Los periódicos habrán de morder el anzuelo nuevamente, los priistas otra vez se pondrán el saco, y los panistas e intelectuales saldrán al control de daños.

En esta guerra de la política, todo se vale y está en su derecho de utilizar una estrategia de dardos envenenados, entonces la pregunta: ¿Qué hará el presidente cuando los adversarios políticos, tomen sus palabras para regresárselas aun con más ponzoña?

Qué hará cuando le cuestionen sobre lo “NO” realizado por las administraciones panistas en doce años, para justificar los estancamientos o hasta retrocesos de lo que él ahora apunta como negativos priistas. En plan de candidato de oposición (porque eso parece en estos momentos), qué hará cuando le recriminen la cantidad de “ninis” que han producido las administraciones panistas y que muchos irremediablemente forman o formaron parte (algunos ya deben estar muertos) de las filas del crimen organizado que él combate.

Qué va a decir cuando le recriminen que del “Presidente del Empleo” se convirtió en el “Presidente de la muerte”, qué va a explicar cuando le pregunten qué hizo él durante seis años para que sólo al final de su administración se acordara que Chiapas necesita desarrollo y que no será con turismo de aventura (nicho de negocios por demás pequeño), como saldrán de sus agudos problemas; debió acordarse de eso hace más de cinco años; si de verdad le preocupaba tanto, con industria, educación, infraestructura, vías de comunicación, inversión, etc.

Cuando uno se pone a reprochar, está expuesto al reproche.

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