Otra de terror



             





Se distingue perfectamente bien el uso; por parte de políticos y autoridades, que se le da a las noticias que causan terror entre los mexicanos, toda vez que pasa la tormenta informativa y queda plasmada la indignación y el horror, comienza el trabajo de politizar los hechos.

Cualquiera diría que es algo normal y así lo entiendo, pero cuando la cadena de sucesos es interminable y se ve que los golpes del crimen organizado son de tipo respuesta, la percepción cambia.

En las últimas semanas, hemos presenciado hechos lamentables que han involucrado a inocentes en distintas regiones del país y la reacción inmediata por parte de los actores políticos y autoridades, es invariablemente ligar lo ocurrido con irregularidades y/o ineficiencias en los diferentes niveles de Gobierno en tal o cual ciudad o a nivel federal, identificados ampliamente con tal o cual partido, personaje o aspirante a ser gobernante.

Para ellos, el más elemental acto de justicia hacia las víctimas, pasa a segundo término y se concentran en el ataque a través de lo sucedido, hacia sus contrincantes políticos para sacar ventaja. No se ve la determinación de tomar acciones para que no se repitan los actos atroces que hemos presenciado últimamente, de hecho, es posible que en el corto plazo se repitan.

Parece que les cae del cielo (por el manejo que le dan) la última matanza, los últimos descabezados en alguna plaza del país gobernada por el partido contrario, la balacera cercana a una reunión multitudinaria o las ya cotidianas notas rojas generadas por las bandas delincuenciales que llenan nuestros periódicos.

En la secuencia de eventos, se nota que por lo menos los grupos criminales leen la necesidad de un determinado personaje o grupo de poder para golpear a otro y reaccionan, en consecuencia, como si se pagara un favor, se comprara una protección o como si se recibiera una señal.

Después de la balacera en el estadio de Torreón y la matanza en Monterrey, se perciben dos clases de ciudadanos: el que está a merced de una bala y el que está  secuestrado por el miedo que le causa lo anterior y que reaccionará en las urnas a favor de quien tuvo la mayor capacidad de horrorizarlo y manejar los eventos en contra del adversario, tanto en los medios como en las campañas electorales más cercanas.


Yo me pregunto: qué pasaría si los mexicanos nos diéramos cuenta que muchos de los casos que nos han causado terror, hayan sido ordenados desde las altas esferas del poder político, para acceder o permanecer en el poder.

Muchos aluden a un tejido social podrido, no hay duda de ello, pero yo también me pregunto ¿Y el tejido político cómo está?

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