¿De qué habla Obama?






                   



El presidente Obama retoma una lógica; incompleta desde mi óptica, cuando se opone a cualquier posibilidad de “pacto” con los narcotraficantes en México, según declaraciones recientes. Sigue la misma línea que Felipe Calderón al defender su “guerra”, para justificar una posición inamovible en torno al fuego que se reparte a lo largo de nuestro territorio.

El presidente norteamericano se centra exclusivamente en la palabra “pacto” y no profundiza en el contenido de lo que muchos sugieren como salida a este conflicto; que es necesario aclarar, pone los muertos de este lado y deja muchas ganancias del otro.


Que yo sepa nadie sugiere perdón a quienes han cometido crímenes, ni propone dejarlos operar en actividades ilegales tales como: extorsión, secuestro, lavado de dinero, tráfico de personas, de armas o cualquier otro ilícito contemplado en nuestras leyes.

La propuesta de un acuerdo, se centra en la venta de drogas a los Estados Unidos que, una vez que fueron bloqueadas (o por lo menos trastocadas en lo que era su operación normal) las rutas tradicionales del trasiego de estupefacientes hacia el gran mercado estadounidense (país que no ha tomado medidas eficientes en la prevención para las adicciones) los delincuentes se vieron forzados a: 1.- Diversificar sus actividades delictivas y 2.- Trasladarse a las ciudades de nuestro país para llevarlas a cabo, con el propósito de hacerse de recursos vitales para continuar su operación y protagonizar la venganza contra la medida del cierre o bloqueo de rutas, lo que ha provocado la carnicería que todos hemos presenciado de este lado del Rio Bravo y de la que estamos hasta la madre.

Llama la atención el comentario burocrático de Barack Obama, al referirse al tema de la venta ilegal de armas hacia México, cuestión que forzosamente tendría que pasar por las medidas que de aquel lado se deben tomar de inmediato y con determinación, si en realidad los norteamericanos se oponen a un pacto como ellos lo entienden. De esa forma, la operación de nuestras autoridades sería mucho más sencilla; pero no, en tiempos electorales, el que ambiciona un segundo periodo de su mandato tiene como regla principal, no tocar esa poderosa industria que tiene la capacidad de quitar y poner políticos en aquella nación. Desde ahí, el discurso de Obama carece de toda autoridad moral.

Entre otras cosas, los sugerentes de un pacto en nuestra nación mencionan hasta el cansancio las medidas que se deben tomar contra los recursos provenientes de la industria del narco, mismos que casi en su totalidad se lavan y guardan en otras latitudes y sirven para financiar proyectos “legales” en países  como Estados Unidos e Inglaterra entre otros. De ahí la doble moral con la que nuestro vecinos del norte se manejan a la hora de manifestarse en contra de un cese al fuego aquí ¿Qué están haciendo ellos con, o contra los recursos del narco?

Es ampliamente conocido lo lucrativo que puede ser ese negocio, teniendo el control del mismo y llevándolo en calma, por lo que es evidente la “pax narca” que sí se puede vivir en territorio norteamericano ¿Cómo le hacen? Acaso es sólo cuestión de modales entre los capos de allá en contraste con los de aquí. No, es una cuestión acordada entre autoridades gringas y los delincuentes que operan allá, que dicho sea de paso, algunos también operan aquí pero bajo diferentes códigos.

Es más que sospechosa la actitud del Gobierno de ese país cuando; por un lado, nos aconseja seguir con el derramamiento de sangre, mientras que por el otro, avanza apresuradamente en la legalización de las drogas dentro de su territorio. Se antoja posible que, toda vez que hayan adaptado el marco legal para el consumo de estas sustancias en sus tierras y habiendo ajustado a modo a las organizaciones que hoy se pelean el mercado y tiran sus muertos en México, tengan las bases sentadas para ostentar el monopolio legal de la venta y distribución de las drogas hipócritamente combatidas hoy y con ello, florecer económicamente, cosa que no les vendría nada mal en estos tiempos de crisis económica.

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