Morder
el anzuelo, caer en la trampa, seguirles el juego, podrían ser títulos
alternativos para esta columna.
En
los últimos días como ya es costumbre, somos testigos ya sea a través de los
medios o directamente, como es el caso de los habitantes de la ciudad de
Veracruz y de los del norte del país principalmente, de hechos atroces por
parte de los criminales en claro desafío al Estado mexicano debilitado en sus
estructuras todas; o bien, de demostraciones de poder del mismo estado al que
aludí, en la figura de detenciones, operativos de diversa índole o asesinatos a
miembros del crimen organizado propiamente.
El
discurso utilizado desde la autoridad, es la de justificar su estrategia con un
argumento fácilmente comprable, la legítima defensa: “No podemos rendirnos
frente a los criminales, la tarea es acabar con ellos”, y así nos la hemos
pasado. Gracias a la visión de muchos
mexicanos que se dejan llevar por la lógica simple de acción-reacción, el
Gobierno mantiene su postura y no da un paso atrás.
Lo
que no nos hemos puesto a pensar, es en el ejemplo del niño al que fácilmente
se provoca para no dejarlo concentrarse en sus principales objetivos, ese al
que hacer enojar es cosa de todos los días, ese que por defender su punto; que
de antemano pudiera ser correcto, se desvía, porque los otros saben que si lo
contradicen, caerá en cólera y desesperación, y no le permitirán ser lo
brillante que puede ser si estuviera en calma, para dejarlo pensar y actuar en
lo verdaderamente importante.
De
pronto en la vida de ese niño, llega la luz, ya sea por un consejo o por simple
deducción ¿cómo hacer para que dejen de molestarme? ¿Qué es lo que más les
molesta o preocupa de mí? Éstas son mis verdaderas armas contra ellos: mi
potencial, mi determinación, la búsqueda de mis ideales, la capacidad para
sobreponerme a las adversidades y la inteligencia para no caer en su juego.
Cuando el niño se concentra y voltea hacia el lado correcto, cuando hace todo
el esfuerzo que su humanidad le permite, para estar bien consigo mismo antes de
preocuparse en pelear por necedades o tratar de exterminar a los necios, el
acoso empieza a disminuir, la diversión de los provocadores se acaba, por ignorárseles.
Mientras
el Gobierno siga siendo reactivo y se ostente como el niño enojón que ha de ir
a todas sólo por defender su punto, las provocaciones del lado de los
criminales no cesarán, es el escenario perfecto para ellos. México mantendrá
detenidos todos los proyectos necesarios para hacer de ésta, una gran nación.
Imagino
a los poderosos empresarios norteamericanos al frente de armerías pensando: “Avienten
otras dos cabezas por aquí y nueve por allá” “Incendien un casino en Monterrey
y echen balas en Torreón”. Claro, mientras más ataques existan, el Gobierno
habrá de comprar legalmente más armas para responder con más furia y los
criminales se armarán ilegalmente hasta los dientes, motivo que deja felices a
los estadounidenses, todo es igual a más dinero. En fin que el flujo de drogas
para ellos, sigue siendo el mismo y ya hasta las producen en casa, para
eventualmente, hacerse del monopolio.
Supongo
que el objetivo de ellos en este círculo siniestro de traer loco a la actual
administración, es otro: Hacer dinero a nuestra costa y mientras nos
desangramos, impedirnos despegar como nación, no permitir que nos reconciliemos,
no dejarnos limpiar nuestra casa, distraernos del objetivo principal.
En
todo caso, México debería decir: “Ni modo vecino, si no quieres droga, ataca a tu
menudeo y a tus capos, atiende a tus adictos, educa a tus niños, blinda tus
fronteras, mata a tus hijos si así lo deseas, que yo tengo una tarea más
importante que comprarte armas y seguirte el juego”.
Para
que México produzca menos materia prima para nutrir a las organizaciones
delincuenciales y para frenar los actos de barbarie, no será mediante la
reacción torpe de violencia con violencia, sino en la virtud de concentrarse en
la educación, generación de empleo con condiciones dignas, programas de salud
eficientes y eficaces, esparcimiento, oportunidades, Instituciones sólidas,
ataque a la corrupción, Democracia en serio, elevar la autoestima de los
individuos y perseguir, por utópico que se escuche, la felicidad.
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