Ahora sí ¡ahí viene Peña Nieto!







Todo listo para que formal o informalmente, los mexicanos tomemos nuestra dosis diaria de campañas políticas, ataques sucios y muchas, pero muchas promesas que se irán a la basura una vez conocido el ganador de la contienda presidencial del próximo año.

Ya escucho decir a todos los personajes de la izquierda y derecha mexicana: agárrense, ahora sí ¡ahí viene Peña Nieto! Y es que ya dejó de ser Gobernador del Estado de México (me pregunto si en realidad algún día lo fue durante estos últimos seis años) y su presencia en radio, televisión, prensa, revistas del corazón y hasta en las zucaritas (mis preferidas) lo vamos a ver.

Al diablo con los tiempos del IFE y la legalidad, la maquinaria detrás del “golden boy” priista, se percibe ansiosa por terminar de construir la vuelta al trono del no nuevo, no viejo, sino eterno PRI, en la persona de su tlatoani encopetado y  hará todo lo que esté a su alcance para no dejar ir ni un punto porcentual de la ventaja que hasta hoy, reflejan las encuestas a favor del susodicho.

La respuesta de sus contrincantes, se dejará venir en todos colores, sabores e intensidades para aderezar las placenteras charlas en cafeterías, plazas, sobremesas hogareñas y hasta en las misas dominicales a lo largo del territorio nacional.

Los programas, revistas y columnas de espectáculos, se tornarán prodigiosamente en mesas de análisis y debate político y serán ellos, quienes normen criterio electoral entre las señoras amantes de las telenovelas. No señores, todavía no lo hemos visto todo. Los PRIreyes se pasearán orondos, querrán salir en la foto, cantarán victoria anticipada: “encuesta mata proyecto”.

En Los Pinos se desharán de la ira que le causa a un hombre acostumbrado a hacer su santa voluntad sin tomar en cuenta la opinión de otros, por el olvido que empezará a sufrir desde ahora, por no sentir el calor de los reflectores que lo siguieron por cinco años y por la pérdida del poder que a los hombres en esa silla, les da por pensar que nunca perderán, “Oh! maldita Democracia ¿por qué me pusiste y ahora despiadada, me echas sin miramientos?” reprochará en silencio y apretando los dientes: “ni el Cordero de Dios sacrificado apelará a tu benevolencia, Oh! maldita Democracia”.


Hay que tomarlo con calma y hasta con buen humor (¡pues ya qué!): a nuestra clase política mexicana no le ha servido de nada la Democracia que la sociedad conquistó y les obsequió, las malas experiencias con líderes tropicales, habladores, obstinados, sin escrúpulos y hasta con botas y hebilla vaquera son su sello y estilo, y ya viene otro para la colección. Ellos otra vez, están preparando su fiesta-guerra, para que todo siga igual.

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