Todos quienes vivimos en el Distrito Federal y su área metropolitana, repudiamos y estamos cansados de las manifestaciones que obstaculizan el libre tránsito de los ciudadanos y que llevan a cabo grupos de presión política disfrazados de causas ciudadanas, gremiales, sindicales, etc.
Hace mucho tiempo ya, la ciudadanía reclama de las autoridades capitalinas una acción concreta y estricta para encontrar el justo medio entre el respeto al derecho a manifestarse y el derecho a transitar libre y pacíficamente.
Aunque como lo dije antes, estas manifestaciones sólo sirven para presionar al gobernante en turno, se les puede conceder el beneficio de la duda y revisar caso por caso las causas que defienden para llegar a un acuerdo mediante la negociación con estos grupos y así, proteger los intereses y necesidades de ellos y de los que van a trabajar diariamente también.
Se podría aplaudir de pie la noticia dada a conocer por las autoridades del Distrito Federal, en sentido de su determinación a cerrar el paso a las grandes manifestaciones. Hasta ahí, todo perfecto.
El punto donde uno empieza a ser mal pensado es cuando se revisa lo declarado, se habla de quienes vienen o podrían venir: “el caso de las marchas que están teniendo por parte de algunas organizaciones, en particular de Antorcha Campesina”. Pero no se dice nada de quienes ya están aquí.
Entonces la pregunta es: ¿Y el SME?
Para nadie es un secreto que los miembros de Antorcha Campesina simpatizan con el seguro candidato priista, Enrique Peña Nieto -hasta su cumpleaños lo festejo en compañía de ellos-, por lo que sus intenciones de venir a la capital son más que obvias. Y la postura del defeña, es defender a toda costa la imagen del gobierno perredista, aspirante a Los Pinos, pero no se ve una autentica preocupación por los de a pie (y los de a coche). ¿Quién se chupa el dedo?
Por supuesto que hay que cerrarle el paso a los antorchistas, pero ¿Qué van a hacer con las manifestaciones del SME? El sindicato de una empresa extinta, brazo político de radicales y costal lleno de votos y dinero para la izquierda, que nunca se ha tocado el corazón para trastocar la cotidianeidad de la ciudad. Cuando las autoridades actúan sólo en función de sus intereses políticos sin revisar ni siquiera lo que van a decir, corren el riesgo de perder más de lo que buscan ganar. El gobierno perredista, no toca ni con el pétalo de una rosa al SME.
Hasta cuándo los mexicanos contaremos con políticos que al pasar a ser gobernantes, se divorcien de sus partidos y grupos y se casen con las personas, todas.
Probablemente el día que los políticos en el poder hagan algo en serio contra las marchas que desquician las ciudades, será cuando la sociedad organizada salga a las calles a manifestarse por su insensibilidad y desprecio. Entonces sí, ya no les va a convenir.
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