Ya se va haciendo costumbre. Nuevamente el INEGI dispara la bala al corazón de la administración calderonista. Esa que en tiempos de campaña en el lejano 2006, lanzó como su principal promesa: el empleo, ahora lo ve en los suelo. Por supuesto quien lo sufre no es el Presidente, sino muchos mexicanos en la desesperación.
Según las cifras anunciadas, la tasa de desempleo en julio pasado llegó a 5.62 por ciento, la más alta en lo que va de 2011 y de los últimos nueve meses. El número de personas que no lograron trabajar durante el séptimo mes del año ascendió a 2.7 millones.
Claro que Felipe Calderón no se iba a quedar callado, pero mejor hubiera sido si lo hiciera. Se declaró consciente de que, según él, hay miles y miles (cuando en realidad debió decir millones) que buscan empleo o que su salario no les alcanza.
Supongo que en una especie de intento por salir adelante con la vergüenza de conocer estas cifras, dijo que había que seguir en la ruta de la transformación ¿Qué demonios quiere decir eso para los millones de desempleados? Las soluciones no llegarán de las palabras, sino de las acciones emprendidas de un administrador visionario y brillante del que carecemos en Los Pinos.
No basta con utilizar el truco de viejo vendedor, aceptando de pasada y rapidito lo negativo y tratando de resaltar una ventaja inexistente con la maloliente palabrería de los políticos ineficaces.
Dijo saber; pero no ha hecho nada, las cifras lo confirman, lo que es igual a no saber que hacer.
Pero eso sí, desde la sociedad todavía hay quienes se ofenden cuando uno pone el acento en las actividades que desde la presidencia, últimamente se han avocado a realizar: servir de guías turísticos para programitas gringos.
Desprecio a la investidura, desprecio a los verdaderos problemas que nos aquejan, desprecio a México, eso es lo que verdaderamente debería escandalizar a los que salen a su defensa cuando se resaltan los yerros de esta administración.
Tratándose de un presidente, en la forma está el fondo y por la ligereza con la que Calderón se ha venido manejando los últimos meses, el castigo en las urnas será irremediable para su partido, el PAN, quien lo vio hace más de cuatro años como la panacea para remediar nuestro males.
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