Definitivamente hay personas a las que su egoísmo, mezquindad e incapacidad por hacerle un nudo a la lengua, los empuja a echarle más leña al fuego. Hay momentos en los que se aporta más callándose, pero la cordura no es virtud de algunos. Es el caso del ex presidente Fox.
En momentos en los que México atraviesa por la amenaza de una crisis económica que nos vuelva a hundir, donde se ven datos muy inquietantes sobre reacciones violentas por parte de sectores desprotegidos de la población incluso de países desarrollados, precisamente porque no se ha alcanzado el éxito de la equidad que éstos perseguían, existe el riesgo real de contagio para nuestra nación.
Cuando contamos con un presidente terco a seguir con una estrategia que sólo está dejando más muertos y no está frenando lo que pareciera su propósito original: el tráfico y venta de estupefacientes; es parte de nuestra cotidianidad ver, leer y escuchar los horrores que las partes involucradas en esta guerra hacen cada vez con mayor crueldad y frialdad.
Presenciamos hace poco, lo que muchos analistas coinciden que es algo que mete más ruido a la escena violenta mexicana: atentados con bombas caseras a científicos nacionales. Independientemente de su capacidad destructiva (la de las bombas), esto aporta más al estrés de las personas.
Algo que los ciudadanos ya aceptan de manera resignada, son las historias de ineficiencia por parte de nuestras policías. Allanamientos a casas de inocentes, que quedarán marcados de por vida sólo por la ineptitud y falta de profesionalismo de nuestros cuerpos de seguridad. No se arreglará nada devolviendo un reloj.
Y en esas estábamos, cuando un sujeto -Vicente Fox- que durante seis años no hizo otra cosa más que defraudar la confianza que en él depositaron millones de mexicanos y al que nadie le da autoridad moral en el presente -como podría ser el caso para algunos del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas- sale de nuevo con su característica diarrea verbal a propinarle una cachetada al panismo nacional y al mexicano en general.
Sabedor del atractivo que tiene sobre los periodistas que no escatiman en ponerlo en las primeras planas, conscientes de que sus delirios venden periódicos, Fox sale a meter más ruido al ya tan enrarecido ambiente. Sus palabras son iguales a las bombas del TEC, no matan pero asustan.
Con sus declaraciones que soslayan un oculto apoyo o simpatía por Peña Nieto y una intromisión clara en los tiempos y estrategias del PAN, lo único que hace es manipular a miles de personas que deberían estar en un estado de mayor tranquilidad para reflexionar sobre cuál será su voto en 2012. Que nadie se haga el inocente, lo que hace Fox desplazándose en dos pistas, es confundir al mexicano de a pie.
No faltará quien diga que tiene todo el derecho a declarar lo que quiera como todo mexicano, pero lo que yo pienso, es que hay una gran distancia entre pretender conservar la estatura de alguien que ocupó el máximo cargo de la nación y comportarse como un vulgar bocón.
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