Que me den por muerto









Cuántas veces no se le escuchó decir a Andrés Manuel López Obrador la frase que lleva por título esta columna. Durante su gestión como Jefe de Gobierno del Distrito Federal y utilizando los recursos y tiempo que el puesto y presupuesto le otorgaban para otros propósitos, le dio rienda suelta a su propaganda electoral anticipada para lo que sería su candidatura por la presidencia en las elecciones de 2006.

Aceptaba negando, mentía con la verdad, respondía sin palabras y callaba hablando. Reía cínicamente al verse en las primeras posiciones en las encuestas que, ahí sí, no menospreciaba ni criticaba.

Por qué creerle ahora que desde su natal Tabasco declara que no se va a encaprichar con la candidatura presidencial en 2012, que honrará los acuerdos con Marcelo Ebrard en sentido de respetar las encuestas para definir el candidato de la izquierda.

Lo que olvidó mencionar es a qué encuestas se refiere. El siempre ha sostenido que sólo escuchará la voz al interior de los partidos de izquierda -donde está mejor posicionado- y no se someterá a una encuesta abierta donde participe quien quiera hacerlo (desprecio característico en él).

Excusas para decir tiene muchas, salidas para desdecirse tiene más.

Para concederle algún razonamiento a lo declarado por AMLO, se puede pensar que está siendo cauteloso para aparentar humildad después del vergonzoso ridículo que su subordinado Encinas hizo debido precisamente a su capricho para no ir en alianza en el Estado de México.

Quizá sus palabras siguen teniendo eco en los más tercos personajes que quieren ver en él a un salvador de una patria imaginaria, pero todos sus actos de arrogancia, intransigencia, cinismo y egocentrismo han dilapidado en el presente la oportunidad de darle a México una alternativa de izquierda moderna, progresista, honesta y preocupada por las clases bajas y medias.

No sé cual vaya a ser la estrategia de Marcelo Ebrard, no sé si el electorado indeciso votará por el PRI, PAN o quien quiera que aparezca como candidato en las próximas elecciones, pero lo que si sé, es que si López Obrador aparece en la boleta electoral del año que viene, no le alcanzarán sus mentiras para salir triunfador.

Pero si lo que pretende es autonombrarse nuevamente presidente legítimo, es mejor que él y los suyos se vayan buscando una isla desierta en el amplio litoral mexicano para fundar su República y ahí vivan felices. Porque México no necesita una izquierda de esas.

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