…pero en Inglaterra. El ex-conservador Lord Taylor of Warwick intentó engañar al parlamento declarando falsamente gastos por once mil doscientos setenta y siete libras esterlinas, el equivalente en México serían unos doscientos cuarenta y cinco mil pesos (números cerrados).
La cifra debe causar una estruendosa carcajada por parte de los políticos mexicanos, que seguramente catalogan al político Inglés de auténtico chamaco y a los encargados de procurar justicia en aquel país, de puristas exagerados que no aguantan nada.
Cuando uno se pone a pensar en las millonarias sumas que por años se han llevado nuestros políticos y funcionarios públicos no se explica por qué se ha llegado por parte del ciudadano a tales niveles de tolerancia hacia esos actos.
Si bien se puede reclamar el blindaje y la cadena de complicidades que ha venido construyendo la clase política por décadas, también está la responsabilidad civil del mexicano de a pie para dejar que esto pase.
Desde el robo directo, el tráfico de influencias, el desvío de recursos destinado a cosas distintas a las que fueron otorgadas y un largo etcétera, caracterizan las prácticas que el ciudadano acepta como parte de la cotidianeidad. Es común escuchar en pláticas de café que si el político fulano o zutano va a robar, que lo haga, pero que también realice buenas obras para la comunidad. Es la resignación total.
La única manera que puede ponerse un freno a estos abusos, es haciendo lo que los Ingleses, si bien la cifra puede considerarse ridícula, no se puede permitir no castigarlo con cárcel y vergüenza pública, si no, en poco tiempo eso se convertiría en un lodazal como en el que nosotros vivimos. Si se roba un peso, ha de obtener su merecido.
En México y por culpa compartida entre sociedad y autoridades, el esfuerzo por enderezar este paraíso de corrupción será titánico, pero si no se hace nada ahora por imposible que parezca, las cosas serán peores mañana.
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