Recientemente escribí que se comienza a pretextar por parte de algunos analistas que el triunfo esperado en el Estado de México del candidato del PRI, Eruviel Ávila, es derivado del gasto excesivo en su campaña, en lo que no estoy de acuerdo. Sostuve que el gasto responde a otros intereses y que el verdadero responsable de su triunfo, es la negación de los partidos de oposición a hacer un frente común para terminar con la hegemonía priista en la entidad.
Sin embargo, considero pertinente explorar algunos de los motivos que a mi entender explican los ofensivos gastos de campaña del Revolucionario Institucional. A estos gastos hay que incluirles la promesa del candidato del PRI a sus promotores, de regalarles puestos en el Gobierno y autos a quienes lleven más votos a la causa. Entiendo que estos estímulos a posteriori, serán cargados a los recursos del Gobierno y no a los gastos propios del partido.
La razón en todo caso, es el proyecto Peña Nieto para alcanzar la presidencia de la república El escenario implícito propuesto en la estrategia lopezobradorista, es la de tener unas elecciones de dos, PRD-PRI, mientras que el PAN gris como hasta ahora y desgastado por dos sexenios no muy afortunados, irá en un tercer lugar sin tener vela en el entierro.
Luego entonces y anticipando que esto pueda ocurrir, el mensaje que posiblemente quiere enviar Peña Nieto es la apabullante diferencia con la que ellos ganarían en el Edomex frente al PRD. Para el votante indeciso y para quienes gustan como en el futbol de apoyar a quienes tienen más posibilidades de ganar, esto será determinante de alguna manera para decidir su voto en 2012.
Según las encuestas, este escenario se cumplirá cabalmente, puesto que se necesita de un verdadero milagro para que Encinas tenga un segundo lugar menos humillante. Hay que aclararlo, no es lo mismo estar en segunda posición con tres o cuatro puntos abajo que estarlo con una diferencia de treinta.
Quizá sea ésta la explicación más lógica al ver que a pesar de la ventaja de Eruviel -imposible de remontar en menos de un mes- no escatiman en la compra de voluntades y derroche escandaloso. El propósito es ensanchar lo más posible la diferencia entre triunfador y derrotado para que no le queden argumentos al segundo para presentarse como una opción competitiva y con posibilidades de vencer al candidato de las estrellas.
Si efectivamente AMLO le apuesta a tener un cara a cara con Peña Nieto, le hará falta imaginación, inteligencia y capacidad estratégica para remontar la imagen de una actuación desastrosa y una derrota monumental frente al priismo mexiquense que cada vez se acerca más a Los Pinos.
Porque si ante una derrota tan contundente como la que se avizora pretende utilizar de nuevo la estrategia del “voto por voto” “casilla por casilla”, en esta ocasión serán los números los que ahoguen ese grito. Y el mensaje lo recibe el elector y nadie más.
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