La Gordillo y el cinismo




Es triste que en México los ciudadanos aceptemos el cinismo, cómo una forma cotidiana de ganarse la vida por algunos, y no hacer nada. Me pregunto qué hay en nuestra naturaleza para permitir tanta impunidad. Lo anterior se puede aplicar para muchas situaciones y para muchos personajes. Elba Esther Gordillo enarbola uno de los ejemplos más notorios de la pasividad con la que los mexicanos permitimos el cinismo y el abuso de las nobles instituciones que algunos nos dieron en el pasado y de las que ahora una élite -o varias- se sirve para beneficio personal y aspiraciones políticas.




Para nadie es desconocida la complicidad de muchos actores políticos (del pasado reciente y el presente), con la que le dieron un inconmensurable poder a la maestra Gordillo hasta verse convertida en un mercader de votos, un camaleón, fiel de la balanza, quitapón de gobiernos y gobernantes. La ejecutante real del poder.

Aseguró en reciente acto junto al Presidente Calderón que se “acabó el tráfico de influencias en el SNTE”. Cómo creerle a quien precisamente viene traficando sexenio tras sexenio con sus influencias y apoyar o negar apoyo de acuerdo a la cuota de poder que le es concedida a cambio.

Periodistas comentan que le dio un espaldarazo al Presidente, quizás haya razón en ello, pero también la hay y es evidente, en el apoyo a diferentes proyectos de gobierno de siglas distintas a la del presidente donde por lógica, le juega una traición a él mismo. Ella trabaja para sí misma y se sirve de chicos y grandes.

Tanto a nivel federal como local, la maestra Elba Esther hace bailar al son que más le gusta a políticos de izquierda, centro y derecha. No hay recato por parte de ella, como tampoco hay por parte de ningún político que se somete a sus deseos para obtener “apoyo”, un poco de dignidad.

Según se comenta, el único que despreció los favores ofrecidos por la lideresa magisterial, a cambio por supuesto de otros favores en el periodo electoral de 2006 fue Andrés Manuel López Obrador…y ¿ya vieron como le fue sin su “apoyo”? ¿Hasta cuándo vamos a permanecer impávidos?

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