Esperando las elecciones






Da la impresión que el Presidente Calderón actuó como si fuera el último embate a su administración después de la actitud mostrada ante la “Marcha por la Paz” llevada a cabo la semana pasada.

Todo el tiempo a la defensiva y quitarle algo de reflectores a la marcha fue la estrategia, no ceder un ápice a los reclamos de un sector de la población que ya está “hasta la madre”, seguramente fue el consejo de sus asesores. “Móntate en tu macho” y ya está, al cabo que ya vienen las elecciones.

Y sí; el Gobierno calderonista debe estar apostando que medios, analistas y público en general tendrán sus ojos puestos en lo que pase en las próximas elecciones de Julio -sobre todo las del Estado de México- más la cascada de opiniones, pronósticos, acusaciones y toda clase de porquerías que de ellas surjan posteriormente.

Es menester de cada ciudadano, organizaciones y por qué no (aunque no espero mucho de ellos) de los partidos políticos, mantener viva la demanda sobre la importancia del replanteamiento de la estrategia contra el narcotráfico y crimen organizado de éste y el próximo Gobierno.

Es importante no quitar el dedo del renglón y presionar para que sean posibles las reformas pendientes, la legalización de las drogas dentro de un marco responsable pero con visión moderna, nuestro trato con los Estados Unidos en torno al tráfico de armas, sofocar a las bandas criminales a través de la aplicación estricta de las leyes contra el lavado de dinero, una estrategia de prevención llevada a cabo por expertos (que no políticos) con todo el apoyo posible de Gobierno y ciudadanos, creación de oportunidades para los “ninis”, educación de calidad y la tan necesaria recomposición del tejido social.

En fin que en México no todo son elecciones, si lo que el Presidente Calderón piensa es que al rato se nos olvida, es obligación nuestra recordarle diariamente a él y al que venga, que le exigimos escuchar lo que pensamos. Es importante también mencionar que el reclamo es extensivo hacia los delincuentes para que paren la deshumanización de sus terribles actos, pero para eso tenemos autoridades, nosotros no tenemos por qué hablar directamente con ellos cuando se supone que nuestros gobernantes  tomarán en cuenta nuestras demandas, diseñarán una estrategia y la llevarán a cabo eficientemente sin altos costos para la población.

Y es que no faltan jilgueros oficiales, que se agarran de cualquier cosa para manchar lo que de corazón la gente manifiesta.


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