Competencia de corruptos








Según transparencia mexicana, hubo doscientos millones de actos de corrupción en 2010, lo que corresponde a más de un ilícito por mexicano al año. Por supuesto, no estoy diciendo que todos cometimos uno, es sólo para dimensionar el tamaño de nuestro cáncer.


La federación entera enfangada en esta desgracia, unos Estados más y otros menos. Son los Estados gobernados por los partidos políticos que el lector escoja: Derecha, Izquierda y centro, todos los gobiernos haciéndose de la vista gorda y dejando que sus funcionarios recaben fondos para los bolsillos propios, los del superior y los de los partidos por quienes se deben. Están en competencia para ver quién es más corrupto.

Al frente, el gobierno federal, tolerando lo anterior incapaz de poner orden ya sea por estar enfrascado en una guerra mal planteada o bien porque los caciques estatales le juegan a “donde está la bolita” para no dejarlo ver. También se lleva su parte de corrupción en este infame reporte, nadie se salva.

Es gracioso ver cómo en las redes sociales se rompen las vestiduras los simpatizantes de un partido u otro, cuando un punto de vista pone el acento en el nefasto desempeño de sus héroes políticos, acusan a quien tiene todo el derecho de expresar lo que piensa desde fuera del fanatismo partidista de estar pagado por el partido al que en el momento no le toca el turno de ser criticado.

Defienden lo indefendible.

Pero ahí tiene, tan malo el pinto como el colorado. ¿Será que los ofendidos de las redes sociales que linchan y denigran a quien se atreve a criticar, apoyan tanto a sus partidos porque quieran que todo siga igual en sus estados y están contentos de que sus gobiernos administren la corrupción?

Es necesario un acto de reflexión nacional, no es posible seguir tolerando algo así. A esos que aman y apoyan a sus líderes políticos en su carreara por alcanzar puestos públicos les digo que antes de salir envalentonados a defender el honor ajeno lo piensen dos veces no vaya a ser que se les llene la cara de vergüenza al ver las cifras de corrupción que sus defendidos promueven. 

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