Después de todas las expectativas generadas durante su campaña hace casi cuatro años y las esperanzas de tantos indocumentados, el Presidente estadounidense Obama se concentró en las mayorías anglosajonas de ese país, las que le dan puntos de popularidad, las que lo pueden o no dejar dormir.
Sus promesas fueron claras a los que carecen de ciudadanía allá, parecía haber llegado el momento. Pero pasó el tiempo y sus esfuerzos fueron en dirección de obtener las reformas de seguridad social que tanto urgían en Estados Unidos, en la que invirtió todo su capital político y lo que le provocó un fuerte desgaste. Los ilegales tuvieron que esperar. Eso sí; los votos que obtuvo por parte de los latinos, principales promotores de la reforma a la leyes migratorias, fueron parte importante para obtener un triunfo contundente.
Con todo y eso, algunos norteamericanos que nunca estuvieron contentos con tener un presidente de color en su país, trabajaron fuerte durante su primer periodo al frente de la Casa Blanca para disminuir su popularidad y poner en verdadero riesgo la reelección, lo que sería un golpe terrible para él y un no muy buen mensaje para el mundo.
Ahora, es triste ver cómo Barack se transforma en el arquetipo del político de casi todas las latitudes. Cada día me parece más que sospechoso, como comenté antes, la casualidad de la supuesta localización y muerte de Bin Laden sin mostrar pruebas, el timing fue perfecto, su popularidad subió como la espuma y con ella, la intención de voto de un público norteamericano con sed de venganza el cual se regocija con la hazaña criminal de su presidente premio nobel de la paz.
Si esto fuera poco y con la intención de amarrar lo que parece ya un desenlace feliz para Obama, se presenta ante los indocumentados al sur de su territorio para hacer las mismas promesas de antaño. Los ilegales, quienes en sus países -entre ellos México por supuesto- no conocen otra cosa que promesas rotas por parte de sus líderes políticos y partidos, inevitablemente caerán de nuevo y depositarán en su voto la esperanza de que ahora sí les llegará la hora de una solución digna a sus circunstancias.
Pero al tiempo y con la seguridad de otros cuatro años al frente de su Gobierno, Barack Obama regresará a concentrarse en su prioridad: tener a los anglosajones más o menos contentos para terminar su segundo periodo con una popularidad alta, puesto que no se puede dar el lujo a su salida, de ser el primer presidente negro en los Estados Unidos con una mala imagen. Decepcionante ver cómo Obama es un político más.
Pensará que ya vendrá otro aspirante a Gobernar la primera potencia que le de atole con el dedo a los indocumentados, revivir sus esperanza y ganar votos.
Es increíble, cómo se parecen los políticos de todo el mundo.
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