Slim, Azcárraga y Salinas: Pleito fresa

En ocasiones y por tratarse del poder que concentran algunos personajes, sus actos, deslices y escándalos, se convierten en el foco de atención de muchos. El espectador sigue las noticias en torno a éstos, se entretiene pues.

El mexicano por naturaleza, hace chistes al respecto -algunos muy buenos- comenta en todos lados y hasta toma partido como en un evento deportivo. Sin embargo, también tiene la capacidad de reflexionar sobre la trascendencia real de un pleito de esta naturaleza.

Independientemente de que hemos visto anteriormente a los tres personajes en cuestión compartiendo saludos, abrazos, sonrisas, iniciativas, eventos de gobierno y del jet set y hasta alimentos (muy escasos en estos días en nuestra sociedad), ahora se ven envueltos en un choque muy light, un pleito fresa.

Lo que los señores caprichosamente quieren es tener más, pero más, mucho más de lo que ya tienen. El giro de sus negocios desgraciadamente para ellos, encuentra un punto de coincidencia por lo que inevitablemente se han visto en la necesidad de entrar en un periodo de estira y afloja para acomodarse en el asiento del otro y lo van a conseguir. No podemos engañarnos, los hombres de negocios a esos niveles, se ponen de acuerdo tarde o temprano y ojo, ahí podría estar el verdadero problema para nosotros.

Acuerdan tarifas, segmentos de mercado, la calidad de los productos y servicios sujetos a su deseo de incrementar utilidades y el bloqueo de posibles competidores fuera de su círculo. En ese cubículo de ambiciones no están los clientes.

Sin embargo, ellos sólo son depositarios de un bien nacional; por lo tanto, hay que exigirles una respuesta puntual a nuestras preguntas: ¿Qué persiguen con sus actos? ¿Una mejor calidad en el servicio para todos los usuarios de sus redes? ¿Una mayor calidad en los contenidos de sus programas? ¿Una disminución en los costos de sus servicios? ¿Creación de empleos? ¿Abrirse a la competencia nacional y extranjera en beneficio de los mexicanos?

Es decir, ¿Harán un mejor uso de los bienes de la nación que les fueron prestados?

Por lo pronto, los cuestionamientos anteriores y muchos otros tendrán que salir de la ciudadanía preocupada, porque nuestro Gobierno se limita a ser un espectador no participativo cuando en realidad debería ser el árbitro que velara por nuestros intereses y diera un golpe en el escritorio para poner orden.

Pero no, nuestros gobernantes ni siquiera proponen un buen chiste.


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