No ha dejado el control de su Estado, Coahuila, aun habiendo pedido licencia como Gobernador para migrar a la capital del país y tomar las riendas del PRI nacional. Es de todos conocido, que pretenderá manejar el Estado norteño otros seis años si su hermano gana las elecciones, lo que muchos aseguran desde ahora, debido entre otras cosas, al apoyo con el que cuenta por parte de Elba Esther Gordillo.
Si nosotros conocemos la información acerca de su férreo control en aquel Estado, lo conoce también el crimen organizado. Si nosotros sabemos de su cercanía con Enrique Peña Nieto que encabeza las preferencias electorales, las bandas delincuenciales también lo saben.
Fue exactamente el día de su toma de protesta como presidente nacional del PRI cuando ocurre una balacera en Saltillo, cabecera de los poderes coahuilenses. Según los reportes, hubo al menos siete muertos y como dato relevante, se menciona quenunca se había registrado acto criminal derivado de la nueva ola de violencia que sufre el país en esa entidad. Digamos que fue el bautizo. Lo que todo suponía sería un día de fiesta para el flamante dirigente priista, se tornó en un día nublado, por más que quiera aparentar lo contrario.
Esto es claramente una llamada de atención por parte de las bandas criminales. Sabedores de la fuerza que el PRI está tomando en las encuestas y la posibilidad real de su regreso al poder presidencial, los criminales seguramente pretenden obligarlo a levantar el teléfono y hacer un par de llamadas. Negociar pues, los asuntos que conciernen a los gobernantes que necesitan tener todo en santa paz y delincuentes que aspiran a conservar sus negocios sin intervención de la justicia.
Es obvio que Humberto Moreira lo que menos quiere es que se le compliquen las cosas en su territorio y que su imagen y reputación se vean manchadas en tiempos en los que su responsabilidad reviste la etapa más importante de su carrera política.
Será interesante ver como se dan las cosas en las próximas semanas, ¿atendió al llamado o lo ignoró? De continuar estos actos criminales tan estruendosos como los del viernes en la capital coahuilense ¿significan que Moreira no negocia con criminales? o, la eventual retirada del crimen organizado de Saltillo, ¿acaso se traduciría en una negociación directa de éstos con Moreira?
Cuando reflexiono sobre esta encrucijada, las declaraciones de Sócrates Rizo me retumban en el oído.
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