No es casualidad que después de publicada la encuesta de Consulta Mitofsky donde se muestra una apabullante ventaja en las preferencias electorales de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón se presentara ante el Consejo Nacional del PAN para pedirles que se aboquen a escoger a los mejores candidatos y candidatas; militantes o no, para competir por los puestos de elección popular.
En su llamado, está incluido también el candidato a la presidencia de la República, lo dijo con todas sus palabras.
Ante la descalificación de su Gobierno y la debilidad mostrada en las últimas fechas, sabe que 2012 no será un paseo por el parque para su partido y su Gobierno. El Presidente ha abierto la puerta para tomar cualquier medida que le ayude a no regresar la presidencia a manos del PRI. No le quiere dar esa oportunidad a la historia, no quiere ser juzgado como un perdedor.
Y no es para menos, la mencionada encuesta también retrata lo imposible que puede ser el escenario de un desplazamiento al interior del PRI para postular a otro que no sea el de Toluca, aun ante la eventual derrota en el Edomex. La preferencia de los perredistas para postular a AMLO sobre Marcelo Ebrard, por obvias razones debe desalentar a muchos incluido el Presidente.
El desangelado rincón que ocupan los presidenciables Calderonistas ante Santiago Creel, que no es santo de su devoción, esta orillándolo a pensar en nombres fuera de su partido. Inclusive, quitando a los posibles candidatos de todos los partidos, la encuesta muestra una clara preferencia por el PRI.
Y no es que quiera decir que esto va a pasar inevitablemente, pero si no se trabaja ya en una estrategia, entonces las posibilidades de que ocurra aumentan.
La situación exige medidas extremas, por lo tanto Ebrard es una posibilidad para encabezar la posible alianza pero la necesidad de romper con un amplio sector de la izquierda le restaría aritméticamente. Los duros de AMLO se van con AMLO, aunque sea al despeñadero.
La unidad del PRD sería indispensable para construir una alianza competitiva, tal medida implicaría muchos movimientos al interior del partido del sol azteca que seguramente el Presidente y su gabinete no pueden controlar o influir directamente. Sin la presencia de AMLO, todo sería más fácil, pero eso es soñar.
¿Juan Ramón de la Fuente? Quizá
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